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El hombre que se largó a volar


La mayor parte de nuestro conocimiento social, así como nuestras creencias sobre el mundo, emanan de las informaciones que leemos o escuchamos a diario. Es muy probable que no exista otra forma de conocimiento, salvo al que nosotros podemos acceder de forma directa, o sea, viendo, tocando y sintiendo. Incluso de esta manera no todo lo que podemos observar de forma directa, es lo que realmente existe, pues siempre recibiremos las cosas desde nuestro punto de vista y forma de pensar y creer. 
A pesar de todo, esta página lo único que hará será exponer aquellos sucesos que trascienden a consecuencia de su singularidad, la cual los hacen sobresalir de los hechos normales y cotidianos de cada día. Espero que les sea al menos, interesante.

El hombre que se largó a volar hasta alcanzar casi 5.000 metros con una silla de jardín atada a globos meteorológicos.
No es un modelo a seguir empezando por el poco profesionalismo de ésta historia, que más bien parece una alocada aventura que pudo terminal muy mal.
Larry Walters fue un conductor de camión residente en San Pedro, California que quiso convertirse en piloto de la Fuerza Aérea de los Estados Unidos, un proyecto frustrado por problemas de visión. Con alrededor de 33 años decide concretar una idea que venía rondando su cabeza desde varios años antes. Así se lanza a comprar unos 45 globos meteorológicos para cargar con helio y simplemente echarse a volar sin realizar demasiados cálculos ni prevenir demasiados riesgos. Su plan era por decirlo, poco meticulos: amarrar los globos a una silla que tenía en su patio, cargar unas cervezas, unos bocadillos, una pistola de aire comprimido para cargarse algunos globos y descender, y así, pasar unas largas horas a no más de 40 o 50 metros de altura.
Con su equipo de picnic, Larry Walters se echa a la aventura, pero lo que eran sólo unos pocos metros, se transformaron en un ascenso que no pudo controlar. Por miedo a desequilibrar toda la carga junto a su silla, decide no disparar a los globos y dejarse llevar hasta alcanzar nada menos que unos 4. 600 metros según las estimaciones posteriores. En el aire, también disponía de un equipo de radio con el que se pudo comunicar a través de un canal para emergencias, tras invadir el espacio aéreo controlado.

Después de 45 minutos en el aire, comienza a disparar a los globos, hasta perder accidentalmente los perdigones por la borda. El descenso fue poco menos que lento e infeliz, hasta quedar atascado en unos cables que causaron un apagón de 20 minutos en la zona de Long Beach.
Por supuesto, tras la aventura fue detenido por violar la ley Federal de Aviación, aunque por ser un caso inclasificable fue multado por “apenas” 1.500 dólares. Su experiencia lo llevó a deambular por algunos programas de televisión, ganándose también varias notas en distintos diarios.

Curiosamente, ésta pequeña aventura, tuvo sus secuelas hasta la actualidad en una modalidad de vuelo conocida como cluster ballooning. Este deporte de riesgo, se realiza con múltiples globos en donde la única técnica de ascenso es desprenderse de peso (normalmente agua almacenada en compartimentos junto a un arnés individual) o de descenso desechando globos.
Por ejemplo podemos acceder a la información de una organización de voladores en globos en racimo (aunque la web más parece una página personal de un aficionado, John Ninomiya). Según explica, el vuelo en globos con helio es una actividad bastante excéntrica realizada por unas pocas personas en el mundo. En Clusterballoon.org, John Ninomiya cuenta sus experiencias en la actividad, siendo uno de los aficionados más reconocidos, después  de haber realizado más de 40 vuelos en globos de helio, que no duda en calificar como momentos mágicos.

En total, según afirma, hay apenas una media docena de pilotos en globos de racimo dispersos en el planeta. Para verlo con nuestros propios ojos, nos queda observar uno de los despegues de John Ninomiya en vídeo. Os dejo con él:  Ir al vídeo