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El Exorcista


Quién no ha visto alguna vez la película de 1973 “El Exorcista”, una de las películas más populares y reconocidas del cine terror? Con el paso del tiempo “El Exorcista” dirigida por William Friedkin ha sido alabada por los críticos más famosos y todavía hoy en día es considerada como una de las películas más aterradoras jamás creada. La película está basada en el libro con el mismo nombre escrito por el célebre autor William Peter Blatty, donde el miedo es el protagonista, un miedo que ha sido explotado desde la época de los poetas Dante y Homero, el miedo a la muerte, y más particularmente, el miedo al propio infierno. Muchos reconocidos exorcistas han mencionado alguna vez la novela de ficción de Blatty, pero la novela se basó en un caso real, el exorcismo de Robbie Mannheim.

Robbie Mannheim es el seudónimo de un niño de 14 años de edad que vivía con su familia en Maryland, Estados Unidos, y que fue supuestamente poseído por un demonio en la década de 1940. El historiador Thomas B. Allen, quien escribió sobre el exorcismo de Mannheim, fue quien acuño el seudónimo, porque los testigos de la posesión real guardaban la verdadera identidad del chico. Se dice que Mannheim no recordó su supuesta posesión demoníaca y personas cercanas a él querían que continuara siendo así. Pero la historia sólo se conoce a través de otros testigos, más de 40 personas confirmaron haber presenciado la verdadera posesión de Mannheim.
 
La posesión de Robbie Mannheim.
Al igual que en la película “El Exorcista”, la actividad en la casa de los Mannheim comienza con lo que muchos consideran la actividad paranormal común, como misteriosos golpes en la noche. La familia Mannheim experimentó incidentes menores similares, con el sonido de gotas de agua que no tenía ninguna fuente de origen. Luego los sonidos se convirtieron en arañazos y extraños pasos que la misma familia decía que eran de ratas. El padre de Robbie llegó incluso a romper parte de las paredes y del entarimado para dar caza a los roedores, pero no encontró ninguna rata. Esto se prolongó durante bastante tiempo, sin que aumentaran las extrañas actividades. Robbie Mannheim era hijo único, quien tenía un trato muy especial con su tía Harriet, una espiritista cristiana,  que le enseñó a Robbie cómo utilizar un tablero Ouija. Según la propia familia, Robbie un día esperaba la visita de su tía, que era la mejor amiga del chico, pero trágicamente su tía Harriet murió, sintiendo que perdió todo lo que tenía. Mediante las enseñanzas de su tía Harriet, Robbie utilizó el tablero Ouija para contactar con su ser más querido. Muchos espiritistas afirman que mediante la mala manipulación del tablero Ouija se abrió una puerta a lo desconocido, dando paso a los demonios del inframundo.

Fue en ese momento cuando la actividad paranormal en la casa de los Mannheim aumentó considerablemente. La actividad poltergiest parecía seguir a Robbie, los muebles de la casa se deslizaban empujados por una misteriosa fuerza oculta por el suelo. Hubo un incidente en particular que le pasó a Robbie en la escuela, donde los compañeros de clase fueron testigos. Su pupitre repentinamente se deslizó por el suelo temblando violentamente y golpeando contra los estudiantes que estaban cerca.  A partir de ese momento Robbie comenzó a exhibir un comportamiento que era inusual él, gritando obscenidades en una voz que aparentemente no era la suya, además de mostrar violencia física hacia sus padres. Los padres de Robbie intentaron encontrar una respuesta en la ciencia, pero los médicos y psicólogos no daban ninguna explicación para el comportamiento de su hijo. Después de no encontrar las respuestas a su extraña forma de actuar, su familia decidió dirigirse a la iglesia local en busca de ayuda.

Los primeros exorcismos
El Reverendo Luther Miles Schulze pasó la noche en la casa de los Mannheim para tratar de observar algo inusual por sí mismo. El propio Schulze afirmó haber visto la cama temblar misteriosamente por si sola, mientras que el chico dormía tranquilamente. Al parecer oyó golpes y arañazos en las paredes de la habitación de Robbie. Afirmó que los muebles y las mantas se movían violentamente por toda la habitación, como si una fuerza invisible estuviera tirando de ellas. El Reverendo Schulze llegó a la conclusión de que no era un problema del propio niño, llevando a cabo lo que sería el primero de muchos exorcismos. Schulze comenzó con un rito de exorcismo luterano, pero no tuvo éxito. A continuación, se sometió al exorcismo Anglicana, que tampoco funcionó. Ante la incapacidad del Reverendo Schulze para ayudar al chico, la familia fue remitida al Reverendo Edward Hughes, un sacerdote católico romano. 
Hughes observó el comportamiento violento y vulgar del niño llegando a la conclusión de que era necesario un potente exorcismo. El exorcismo se llevó a cabo en el Hospital de la Universidad de Georgetown en Maryland. Hughes llevó a cabo la ceremonia, pero el rito se detuvo cuando Robbie infligió una enorme herida en Hughes que requirió de atención médica. Después de este último ritual la familia regresó a su casa con la esperanza de que las cosas habrían terminado, pero el extraño comportamiento de Robbie empeoró. Una noche, mientras la familia dormía, Robbie comenzó a gritar y a maldecir. Los padres de Robbie se apresuraron a su lado y descubrieron que la palabra “St. Louis” había sido escrita en el pecho de Robbie. St. Louis es la ciudad en la que su tía Harriet había muerto e inmediata la familia preparó un viaje a la ciudad.

El exorcismo final
Al llegar a St. Louis, la familia se puso en contacto con el Reverendo Raymond J. Bishop, que fue profesor en la Universidad de St. Louis. A su vez el Reverendo Bishop se puso en contacto con el Reverendo William S. Bowdern, quienes empezaron a observar a Robbie. Se dieron cuenta de que Robbie despreciaba todo lo que tenía una connotación religiosa, ya que cuando se le enseñaba cruces religiosas o agua bendita parecía tener un comportamiento violento. Solía hablar con una voz demoníaca en idiomas que era imposible que conociera, y dada la gravedad de la situación el Reverendo Bowdern consiguió el permiso del arzobispado para realizar otro exorcismo al niño. Este exorcismo iba a tener lugar en el quinto piso del hospital Alexian Brothers, Illinois.

El Reverendo Walter Halloran y el Reverendo William Van Roo eran los ayudantes de Bowdern en el exorcismo de Robbie. Durante el exorcismo, Robbie se volvió especialmente violento, escupiendo en los rostros de los religiosos y gritando obscenidades. Según describieron los testigos, un frasco de agua bendita salió volando por la habitación y se estrelló contra una pared. Las palabras como “infierno” y “el mal” aparecieron en el pecho de Robbie, grabadas en su propia carne. El ritual se realizó 30 veces antes de que Robbie pronunciara las palabras “Christus, Domini”, que significa “Cristo, el Señor”. Entonces hubo un gran estruendo después de que los religiosos afirmaran que se había acabado.

Las explicaciones científicas
Existe una gran controversia sobre muchos aspectos de esta historia entre los expertos. Según afirma algunos, no existe ninguna documentación que muestre que el Padre Hughes realizara un exorcismo en el Hospital Universitario de Georgetown, además de la falta del historial clínico que diga que el Padre Hughes tuvo que ir al hospital debido a una lesión. Además, el Reverendo Halloran que estuvo presente durante los últimos exorcismos, afirmó que las apariciones sobrenaturales fueron exagerados por parte de sus compañeros exorcistas. Él dijo que el cambio en la voz del chico no era tan drástico, afirmando que era posible que el niño la reprodujera por su propia cuenta. También dijo que era posible que el escrito con sangre en el cuerpo del muchacho podría haber sido auto infligido, ya que no se comprobó las uñas del niño.

Este caso ha sido estudiado por la propia ciencia. Se han dado muchas teorías, como que el niño pudo haber sufrido de un trastorno psicológico, trastorno de personalidad múltiple, el automatismo, el síndrome de Tourette, o la esquizofrenia, pero este caso no acaba de coincidir con los síntomas habituales de cualquiera de estos trastornos. Por ejemplo, por lo general se necesitan años de terapia y medicamentos para suprimir estos trastornos y, sin embargo Robbie estaba completamente curado después del exorcismo. Incluso se sugirió que su tía Harriet quizás abusó sexualmente de Robbie y empezó a comportarse de esta manera después de su muerte debido a que estaba confundido por la relación que habían compartido. Esta teoría está basada simplemente en conjeturas y no existen evidencias para apoyarla.

¿Qué le ocurrió realmente a Robbie Mannheim?
Pero aparte de si la causa del mal de Robbie era la posesión, problemas psicológicos o paranormales, a día de hoy este tema se debate entre lo espiritual y lo escéptico. Independientemente de la respuesta, la verdadera historia detrás de la película “El Exorcista” es una gran controversia que continuará con el paso del tiempo. Cualquier persona tiene que buscar en las evidencias y los hechos presentados por los testigos y determinar por sí mismo si se trata de un trastorno psicológico o de una posesión por un espíritu maligno.

La  película
Muchas son las cosas que se comentaron siempre sobre el clásico de terror “El Exorcista“. Intentando crear la mejor película de terror, el director quiso que la habitación de la película se situara en una cámara frigorífica. Por eso es que de a ratos vemos a los actores sufriendo de frío realmente. También le pidió a la niña LindaBlair que realmente abofetee a Ellen Burstyn (su madre en el film). El quería que el reparto tenga miedo. “El Exorcista” se basa en una historia real sobre un joven estudiante de Georgetown que fue poseído y exorcizado por un sacerdote.
El primer día del rodaje, fallecieron tres personas: el abuelo de Linda Blair, el hermano de Max Von Sydow (el padre Merrin en la cinta) y el hijo de solo un día de vida del regidor. Todos murieron a la misma hora. 
El estudio de Warner se incendió tres veces y se recurrió a una bendición de Thomas V. Bermingham, un sacerdote del lugar. Mas tarde hubo mas muerte, el vigilante de los estudios, el actor Jack McGowran, el hijo de Jason Miller (padre Karras) que murió atropellado por una moto que lo decapitó. Jason sufriría mas tarde un ataque al corazón el día que se reestrenaba “El Exorcista: el corte del director”.


El 2 de abril de 1975 la cinta se adaptó al teatro. La protagonista fue ovacionada en el estreno. Al día siguiente la encontraron muerta en su cuarto, con los brazos en cruz y rodeada de vómito. La tercer parte de la película “Exorcista: El comienzo” tenia un director asignado que falleció, y el segundo elegido fue atropellado. El encargado de la música fue reemplazado por un ataque al corazón al cual pudo sobrevivir.
Esta en cada uno creer que la película tiene una maldición o no. Pero que es curioso nadie puede negarlo.
A continuación te mostramos algunos secretos malditos de esta espeluznante cinta que, a pesar de haber sido grabada en 1973, sigue causando gran impacto emocional en aquellos que tienen la osadía de verla.
La actriz Ellen Burstyn sufrió una lesión espinal permanente durante la película. Fue en la escena donde su hija poseída la lanza contra el suelo.

El arnés que la tenía sujeta, tras varios intentos, le dio un tirón más fuerte de lo previsto, y cayó con violencia sobre sus coxis. Lanzó un fuerte grito de dolor que fue filmado y empleado luego en la película. Linda Blair también se dañó la espalda cuando fue lanzada contra la cama.
La habitación donde se filmó fue refrigerada con cuatro acondicionadores de aire que permitían reducir la temperatura hasta cerca de 40 grados bajo cero. Era tan extremo el frío que la respiración del equipo técnico se llegaba solidificar. Cada cierto tiempo, el equipo debía limpiar el set pues la humedad formaba hielo en el techo. Este sistema se construyó para captar el vaho auténtico de la respiración. Linda Blair, que llevaba puesto sólo un camisón, no podía pararse si no quería quedarse congelada.
La famosa escena de la llegada del Padre Merrin a la casa y parado bajo la luz de una farola (empleada en el póster promocional), fue filmada el primer día de rodaje y, además, está inspirada en el cuadro Empire of Light "L'Empire des lumières" de René Magritte pintado en 1954.

Para la escena en donde Regan (Linda Blair) gira su cabeza, se hizo una muñeca de látex a tamaño natural que era controlada por control remoto.
Se llegó pensar que el filme tenía una "maldición", pues antes de su estreno y pocos años después, hasta nueve personas fallecieron relacionadas directa o indirectamente con la producción. Dos casos llamativos antes del estreno fueron: el actor Jack McGowan, que a las dos semanas de rodar todas sus escenas como Burke Dennings, falleció el 30 de Enero de 1973 en Nueva York a los 54 años por culpa de una neumonía. Y Vasiliki Maliaros, que hace de la madre del Padre Karras, falleció el 9 de febrero de 1973 en Nueva York a los 89 años por causas naturales. Además, un fuego misterioso destruyó gran parte del set durante un fin de semana, lo que provocó que el rodaje se retrasara 6 semanas.
En la escena del laboratorio de audio se puede ver un cartel blanco con las letras escritas en rojo sobre la pared encima del cristal que pone: "Tasukete", dicha palabra significa "Ayúdame" en japonés.


En la escena conocida como la "araña", realmente se filmaron tres versiones distintas del final. 1) La emitida, que es la que termina con Regan (Blair) vertiendo sangre por la boca. 2) Más fiel a la novela, Regan mueve la lengua como una serpiente y persigue a Chris y a Sharon. 3) Acaba mordiendo a Sharon en la pierna.
Según cuenta la actriz Pilar Bardem, quien rechazó doblar la voz de la niña poseída, a los dobladores españoles se les cayó el techo del estudio, incluso a pesar de haber rezado el rosario.
Se comenta que el director William Friedkin, durante el rodaje, realizó disparos desde detrás de los decorados con un arma de fogueo para conseguir que los actores se sobresaltaran; abofeteó a un actor en la cara antes de rodar una toma; puso arneses a las actrices Linda Blair y Ellen Burstyn para poder darlas fuertes tirones cuando fuera necesario en alguna escena.
Cuando muere el Padre Karras (Jason Miller), el especialista sólo tuvo que rodar dos veces la escena de tirarse por las escaleras de manera violenta.
En algunas escenas se puede ver a una cara demoniaca en blanco y negro, que aparece y desaparece en muy poco tiempo; pues dicho rostro pertenece a la actriz Eileen Dietz (también hizo de doble de Linda Blair), quien necesitaba 4 horas de maquillaje para la caracterización. Para dicho rostro William Friedkin se inspiró en la máscara de demonio que se utilizó en el filme "Onibaba" de Kaneto Shindô. Además, toda la fotografía tomada a la actriz hasta la fecha no se ha estrenado.

Cuando el filme se estrenó en 1973, causó la histeria en varias salas, la gente no paraba de gritar, se desmayaba y hasta algunas sufrían crisis de ansiedad. Muchas ambulancias se tuvieron que desplazar a cines y teatros.
El nombre completo del personaje que interpreta Linda Blair es Regan Teresa MacNeil. Se puede escuchar en la versión sin cortes del filme, en una escena donde el padre Merrin pregunta a la madre por el segundo nombre de su hija. Pero, de todas formas, Merrin durante el exorcismo llega a emplear el nombre completo de Regan.


El hombre que hizo el papel del padre Dyer no era actor, era sacerdote de verdad. En la escena en que Dyer le da la extremaunción a Karras, al cura le tiembla la mano de una forma muy fuerte. No fue un truco, ese temblor era real. La escena se rodó una y mil veces porque a William Friedkin no le convencía la emotividad de Dyer. Friedkin se dirigió al sacerdote y le preguntó que si confiaba en él. El cura contestó que sí y le dio una bofetada tan fuerte que le empezó a temblar todo el cuerpo. Esto, unido al cansancio, hizo que ese temblor en la mano fuera tan real como su llanto.
La actriz que doblaba la voz del diablo tuvo que comer huevos duros y fumar en exceso para conseguir una voz muy ronca.

Historia, película y posesión
El reciente caso de una joven exorcizada por Juan Pablo II en el Vaticano ha vuelto a suscitar el interés público por la posesión diabólica. Además, al estreno de la película Poseídos hay que sumar un nuevo montaje del clásico film El Exorcista, basado en un suceso real que vamos a detallarles. La Iglesia, siempre reacia a hablar del diablo, se ve desbordada por los casos de presuntos endemoniados que, en la actualidad, acuden hoy a ella en busca de ayuda. Mientras, sus exorcistas advierten que las prácticas espiritistas, la ouija, los ritos satánicos y los maleficios abren la puerta a este estremecedor fenómeno.
William Peter Blatty, autor de El Exorcista, era un joven estudiante de literatura en la universidad jesuita de Georgetown (estado de Washington, EE UU) cuando, en agosto de 1949, leyó una noticia en el diario The Washington Post: "Un sacerdote libra a un joven de Mount Rainier de las garras del demonio". Veinticinco años después, tras investigar los hechos y cambiar – a petición del padre Bowdern, sacerdote que practicó aquel exorcismo – la identidad del protagonista, por la de una niña, escribió una novela de la que se vendieron trece millones de ejemplares.
Dos años más tarde la convirtió en el guión de la mítica película del mismo nombre. Según Blatty, Bowdern, obligado por el juramento de secreto a no hablar del exorcismo, le dijo únicamente: "Puedo asegurar que el caso en que me vi implicado era auténtico".

El arzobispado local ha eludido en diversas ocasiones la entrega de los documentos oficiales respecto a este caso, "por razones serias y validas" según sus propias palabras, pero nunca ha negado su existencia. Hoy, sin embargo, conocemos todos los detalles gracias a Tomas B. Allen quien, cuarenta años después, consiguió que el padre Halloran – uno de los nueve jesuitas que asistieron a Bowdern – le facilitara un diario del exorcismo. Este escrito fue hallado en 1978, durante las obras del hospital de los hermanos de los pobres de Saint Louis, en una de cuyas habitaciones, clausurada hasta esa fecha, se produjo el exorcismo último y definitivo. Se trata de veintiséis páginas mecanografiadas en las que se recogen los testimonios de 48 personas que asistieron a la víctima y contemplaron de cerca su endiablado estado.
El maligno se manifiesta

Todo empezó con el ruido de un suave goteo en casa de los Mannheim – los nombres son falsos –, en Mount Rainier (estado de Washington). Allí vivía Robbie, un chico de 13 años, con su abuela materna, su madre y su padre. El persistente sonido se inició un sábado por la noche. El niño y su abuela se hallaban solos y realizaron una gira por las habitaciones buscando el origen del ruido. Al entrar en el dormitorio de la anciana, vieron que en un cuadro en el que se representaba a Jesús estaba torcido y se movía como si alguien golpeara la pared tras él. El goteo cesó para dar paso al chirrido de unos arañazos tras la pared, "como si una garra rascara la madera". Los arañazos continuaron oyéndose durante once días. Comenzaban hacia las siete de la tarde y paraban a media noche. 
Curiosamente, se detuvieron el día en que murió Harriet, una tía espiritista de Robbie, que había enseñado al muchacho a manejar el tablero ouija. A partir de aquel momento, Robbie pasaba horas enteras jugando con la ouija, intentando entrar en contacto con su querida tía difunta. Fuera ésta o no la causa de la posesión, el hecho es que los fenómenos paranormales comenzaron a producirse a su alrededor sin interrupción. Al irse a dormir oía pasos junto a su cama y, durante el día, objetos y muebles pesados se deslizaban por el aire o se volcaban solos. Sus parientes podían ver girar vertiginosamente las sillas en que Robbie se sentaba. Él insistía en que no era culpa suya. Pero la fenomenología crecía y llegó a un punto de paroxismo la noche en que, para ahuyentar el miedo del chico, su abuela y su madre se acostaron con él. De pronto el colchón levitó y colcha y sábanas – completamente estiradas – se elevaron ante sus ojos como si algo invisible tirara de las esquinas.


La familia consultó a médicos, psiquiatras y psicólogos, que declararon normal a Robbie. También a médiums que diagnosticaron una crisis de adolescente que pasaría a su tiempo. Pero Robbie ya no podía siquiera ir al colegio: su pupitre daba saltos y golpeaba los de los demás niños. Había comenzado a volverse hosco y reservado. Además, durante las noches tenía pesadillas en las que parecía hablar con alguien. Sus padres se dirigieron a un sacerdote luterano llamado Schulze quien, creyendo estar ante un poltergeist, rezó por el muchacho. Pero, tras pasar una noche con él y ser testigo directo de la aterradora fenomenología que rodeaba a Robbie y, sobre todo, al aparecer el 26 de enero sobre el pecho del niño unos arañazos en forma de letra, "como si alguien los hubiera trazado desde dentro con un cuchillo", Schulze comenzó a pensar que un poder maligno había invadido al muchacho.

Es sabido que la posesión demoníaca se manifiesta, progresivamente, de tres formas: infestación (el demonio actúa sobre la materia circundante y produce fenómenos telequinéticos de toda índole); obsesión (atormenta a la víctima sin hacerla perder el conocimiento pero de modo evidente); y posesión (invade el cuerpo de la persona y lo trata como propiedad suya). Para Schulze, Robbie estaba a punto de pasar a la tercera fase, así que recomendó a la familia consultar a un sacerdote católico: "Ellos entienden de estas cosas". Y es que, mientras las iglesias luteranas no conceden ninguna credibilidad teológica a la existencia del demonio, la católica tiene una larga tradición de exorcismos que se remonta a los realizados por Jesús. Además, desde los comienzos de la Cristiandad, cuentan para practicarlos con un ritual que se formalizó en 1614 bajo el nombre de Rituale Romanum.
fue así como los Mannheim se pusieron en contacto con el padre Hughes, párroco de la iglesia católica más cercana. Al principio éste se limitó a darles agua bendita y unos cirios consagrados, remedios infalibles contra el demonio. Pero la botella con agua bendita explotó al entrar en el dormitorio de Robbie y las velas, al ser prendidas, lanzaron tales llamas que casi incendiaron la casa. Entonces Hughes decidió visitar al chico. Al parecer, Robbie estaba en la cama, en estado de trance, y le recibió diciéndole en latín: "Oh, sacerdote de Cristo, sabes que soy un demonio. ¿Por qué me molestas?".

Precisamente, según el Rituale Romanum, la capacidad de hablar o entender una lengua extranjera desconocida anteriormente por la persona es una de las características de la posesión, sobre todo si va unida a la exhibición de una fuerza sobrehumana, el conocimiento de hechos ocultos o futuros y una profunda aversión hacia lo sagrado que se manifiesta incluso hacia las medallas, cruces o reliquias ocultas. Así que Hughes – tal y como indica el ritual – solicitó permiso para practicar un exorcismo al arzobispo de Washington, O’Boyle, quien, incomprensiblemente, se lo concedió.

Y es que en el Rituale se dice expresamente que "el sacerdote designado para hacer un exorcismo, además de distinguirse por su piedad, prudencia y vida íntegra, debe ser inmune a cualquier ansia de engrandecimiento personal y no confiar en su poder sino en el divino, así como de edad madura y reverenciado no sólo por su cargo sino por sus cualidades morales". Características todas ellas que Hughes, a sus 29 años de edad, no había tenido tiempo de reunir. Tampoco siguió el joven párroco otra instrucción del ritual, a saber: "Recurrir a un estudio profundo del asunto (...) examinando los autores aprobados y los casos producidos". Quizá por todo ello, aunque realizó una confesión general, ofreció misa y oraciones especiales e incluso ayunó, el exorcismo resultó trágico.

A finales de febrero, Robbie fue ingresado en el Georgetown Hospital, dirigido por jesuitas y atendido por monjas que guardaron el más absoluto secreto. Fue atado con correas a una cama y permaneció tumbado con los ojos cerrados, aparentemente tranquilo. Al entrar Hughes en la habitación, tocado con birrete negro, estola púrpura al cuello y con un reluciente aspersor de agua bendita, Robbie "despertó" y con voz perentoria le ordenó quitarse la cruz que llevaba oculta. Asimismo se dice que empezó a proferir juramentos en lengua semítica y aramea y en su pecho comenzaron a aparecer nuevos arañazos.
Hughes se arrodilló junto a la cama con el ritual en las manos, recitó la Letanía de los Santos en latín y luego el Padre Nuestro con el que comienzan las oraciones propias del exorcismo, pero al decir "Mas líbranos del mal", Robbie logró desasir una de sus manos y aflojar una pieza del somier... La monja y el auxiliar presentes oyeron de pronto un alarido de Hughes... Robbie había rajado el brazo izquierdo del sacerdote desde el hombro hasta la muñeca. Alguien dijo que para cerrar la herida fueron necesarios más de 100 puntos. El exorcismo no prosiguió. Hughes sufrió una crisis nerviosa y abandonó Mount Rainier durante un tiempo.

Jesuitas en acción
Las murmuraciones de los vecinos, la desesperación o el hecho de que el cuerpo de Robbie empezara a actuar como un tablero ouija formando palabras con arañazos, fueron el detonante para que sus padres se trasladaran a St. Louis, donde tenían parientes. Allí, la familia pidió consejo al padre J. Bishop, profesor de teología.

Bishop habló con sus superiores y parece que la comunidad jesuita se hizo cargo del asunto. El 9 de marzo, éste visitó por primera vez a los Mannheim. Les interrogó sobre lo sucedido y realizó aspersiones con agua bendita por toda la casa. Especialmente en el dormitorio de Robbie, donde además practicó un exorcismo simple y colocó una reliquia de Santa Margarita sobre la almohada. Todo fue inútil. La reliquia salió disparada y rompió un espejo y el propio Bishop presenció el frenético movimiento de la cama de Robbie y los arañazos que aparecieron en su cuerpo. Al día siguiente habló con el padre William S. Bowdern, jesuita de 52 años, responsable de la iglesia de San Javier y considerado como un hombre santo por quienes le conocían. Por indicación del arzobispo Ritter, habría de ser Bowdern quien llevara a cabo el exorcismo.

El 10 de marzo por la noche, Bishop y Bowdern hablaron con Robbie y rezaron el rosario con él. El niño parecía tranquilo, pero en cuanto le dejaron solo en su habitación volvió a gritar pidiendo ayuda. Poco después mostraba dos arañazos en forma de cruz en sus antebrazos, algo que no dejó de extrañar a los jesuitas que en secreto habían llevado una reliquia del antebrazo de san Javier. Los sacerdotes calmaron a Robbie y le bendijeron. Pero, en cuanto le abandonaron, Robbie sufrió una gran crisis durante la cual una librería de 25 kilos se movió sola colocándose ante la puerta de su dormitorio. Su madre logró introducirse por una rendija en la habitación a tiempo para ver cómo el crucifijo y las reliquias que los sacerdotes le habían puesto se deslizaban solos por su cuerpo hasta quedar a los pies de la cama. Los muebles habían cambiado de sitio por sí mismos, el niño se retorcía de dolor debido a los arañazos y las sacudidas del colchón eran frenéticas.

Tras haber ayunado, celebrado misa y hecho su confesión general, el 16 de marzo por la noche, Bowdern inició el exorcismo que habría de prolongarse en sucesivas sesiones hasta el 18 de abril. Comenzó pidiendo al niño que hiciera un examen de conciencia. Luego fue en busca de toda la familia y de los otros sacerdotes: Bishop, que habría de escribir el diario, y Halloran, de 26 años, cuya fuerza era necesaria para sujetar al poseso. Tras rociar con agua bendita la cama, que no dejaba de moverse, comenzó a leer las letanías del ritual. Cuando dijo: "Yo te ordeno, espíritu impuro, seas quien seas, junto con todos tus asociados que han tomado posesión de este siervo de Dios, que, por los misterios de la Encarnación, Pasión, Resurrección y Ascensión de nuestro Señor me digas mediante alguna señal tu nombre, el día y la hora de tu partida...", ronchones rojos y arañazos cruzaron la garganta, los muslos, el estómago, la espalda y el rostro de Robbie. En su pecho apareció la palabra hell (infierno), y había sangre suficiente para ser secada con un pañuelo. Sobre el escaso vello púbico del niño también se dibujó la letra X y la palabra go (ir). Bowdern interpretó que el demonio se iría en diez días a través de la orina o los excrementos. En lo primero se equivocó. En lo segundo no. Pues, en cada sesión de exorcismo, salían de Robbie grandes cantidades de orina maloliente.

A partir de ese día, la lucha contra el mal fue ganando la batalla. Durante otra sesión, al preguntar al demonio su nombre, se dibujó con arañazos sobre el pecho de Robbie la palabra spite (rencor). No obstante, durante el día Robbie era un muchacho normal, algo característico de los posesos. Sólo durante los períodos de crisis, que a veces duraban horas y que, salvo en raras ocasiones, se presentaron siempre de noche, parecía ser otra persona. Chillaba, ladraba, reía diabólicamente, insultaba y maldecía al oír las plegarias o el nombre de Jesús. Y, al ir avanzando el exorcismo, comenzó a hablar con una voz profunda, ronca, y a volverse más violento. Gritaba obscenidades a los sacerdotes, les acusaba de terribles actos sexuales y les escupía. Su delgado cuerpo se arqueaba tanto que podía tocarse la cabeza con los dedos de los pies. Cantaba melodías que desconocía. Agitaba los brazos desesperadamente y, en cuanto se veía libre de ataduras, soltaba violentos puñetazos.

La última señal
Robbie era luterano y el padre Bowdern decidió bautizarle para acogerle en el seno de la Iglesia Católica. Además, el bautismo es otra forma de exorcizar. Sin embargo, tras recibir este sacramento, se tornó más agresivo. La voz del demonio salía con más frecuencia durante las crisis, hablaba con más autoridad, y profería más obscenidades. Su rostro adquiría expresiones diabólicas y sus uñas, extraordinariamente largas, arañaban su pecho.
Conforme avanzaba la batalla, a los períodos de crisis se sucedían estados de calma en los que el chico proyectaba un aura siniestra que los exorcistas llaman "el roce de Satanás". En cierta ocasión estuvo cuatro días muy tranquilo, pero era sólo otra treta del maligno que, "a veces, deja al cuerpo libre de molestias para hacer creer que ha sido expulsado", señala el Rituale.
Finalmente, tras pasar por un verdadero calvario, durante el cual estuvo alojado en la rectoría de la Iglesia de San Javier, Robbie regresó en tren a Maryland y volvió de nuevo a Saint Louis. El niño fue ingresado a principios de abril en el hospital de los hermanos de los pobres.


El día 18 de ese mes, el padre Bowdern, consumido por el prolongado ayuno y la vigilia, se enfrentó a la que sería la última batalla. Robbie había comulgado ese día y los hermanos de los pobres habían puesto en su habitación una estatua del arcángel San Miguel venciendo al dragón. Con el último amén del exorcismo la habitación pareció invadida de una calma absoluta y Robbie habló con una nueva voz, clara, autoritaria, rica y profunda: "Satanás, Satanás, soy san Miguel y te ordeno a ti y a los otros espíritus malignos que abandonéis el cuerpo en nombre de Dominus, inmediatamente, ¡ahora, ahora, ahora!". Entonces, durante siete u ocho minutos, Robbie se  debatió entre violentísimas contorsiones. Luego, dijo con calma: "Se ha ido". Miró a los sacerdotes y aseguró sentirse bien. Todos se felicitaron. Todos menos Bowdern, que ya no se fiaba del maligno y esperaba una señal característica del final exitoso del exorcismo. Robbie contó que había visto en sueños como el arcángel se había encarado con el diablo haciéndole retroceder hacia una cueva cerrada con barrotes en cuya entrada estaba la palabra spite.

Cuando los demonios desaparecieron, notó como si algo tirara de su estómago. Luego se sintió relajado y feliz como no lo había estado desde el 15 de enero. A la mañana siguiente comulgó en la capilla del hospital. Por la tarde durmió una larga siesta. Cuando despertó parecía no recordar nada de su penosa experiencia. "¿Dónde estoy? ¿Qué ha ocurrido?", preguntó. En esos momentos, una explosión resonó en todo el hospital. Era la señal que Bowdern esperaba. Cuando Robbie salió del hospital, su habitación fue clausurada con llave. En el cajón de la mesilla permaneció el diario de Bishop hasta ser hallado en 1978.
Poco después de finalizar el exorcismo, durante una misa celebrada por Bowdern en la iglesia de San Francisco Javier, el ábside se iluminó y ante los asombrados jesuitas allí reunidos brilló por un instante la imagen de san Miguel, con una espada llameante en la mano.
La casa donde se iniciaron los hechos fue quemada durante un ejercicio de bomberos. Hoy tan sólo queda el solar, pero nadie quiere comprarlo.

A pesar de las amenazas de muerte prematura que el demonio hizo a los exorcistas, el padre Bowdern murió en 1983 con 86 años y Bishop en 1978 con 72. En cuanto a Robbie, su vida transcurrió con normalidad. Se casó y tuvo dos hijos.
No tuvieron tanta suerte algunas de las personas implicadas en el rodaje del film, William Friedkin, el director, recibió numerosas amenazas por parte de grupos satanistas. Cuatro miembros del equipo murieron en misteriosas circunstancias. La desaparición de objetos – incluidas varias cintas con escenas ya filmadas – era frecuente. En fin, tal cúmulo de desgracias que ha llevado a algunos a sugerir que sobre la película pesa una maldición.

Parapsicología, psiquiatría y posesión
Algunos psiquiatras creen que los "endemoniados" son víctimas de esquizofrenia o personalidad múltiple, ocasionada por abusos sexuales sufridos en la infancia. Otros sugieren que se debe al síndrome de Gilles la Tourette, cuyos afectados maldicen, gruñen y se retuercen de manera incontrolada; aunque este mal es incurable y la posesión, sin embargo, se cura. Por su parte, la doctora Judith L. Rapoport lo achaca al desorden obsesivo compulsivo (OCD).
El padre Martínez Sierra, teólogo y profesor de la Universidad de Comillas (Madrid) ha declarado que "antes de determinar si alguien está poseído o no, hay que desterrar absolutamente una posible enfermedad mental o la existencia de fenómenos parapsicológicos. Por eso, antes de aprobar un exorcismo se exigen informes de psiquiatras y parapsicólogos. Tan sólo si la persona presenta varias de las características señaladas por el ritual (aversión exagerada a lo sagrado, conocimiento de cosas ocultas o de lenguas ignoradas, y fuerza sobrehumana) puede tratarse el caso como una posesión. En cualquier caso, al demonio no le es preciso llegar a ésta para dificultar el reinado de Dios".


Por su parte, el padre Fortea, párroco de la diócesis de Alcalá de Henares (Madrid), esta de acuerdo en que sacerdotes y psiquiatras han de trabajar conjuntamente en casos de supuestos posesos. Aunque, tal y como explica en su tesina, El exorcismo actual, varias razones distinguen claramente al poseso del enfermo mental. "Los posesos son personas absolutamente normales cuando salen de los períodos de crisis, no padecen delirios ni alucinaciones, cosa que no ocurre a los esquizofrénicos. Tampoco puede tratarse de epilépticos, pues los espasmos y agitación que sufren duran más de los 15 minutos que se prolongan estos ataques.Además, durante la posesión, las convulsiones y crisis de violencia van en aumento, en lugar de disminuir, como ocurre con los enfermos mentales, y simultáneamente a ellas aparece una nueva identidad que razona y contesta coherentemente.

En todo caso, no deja de ser curioso que este extraño síndrome demonopático de disociación de la personalidad, con el que numerosas personas acuden a las consultas de los psiquiatras desaparezca para siempre con una oración litúrgica, cuando desde un punto de vista psiquiátrico, con el exorcismo se debería reforzar la sugestión del enfermo. Por supuesto que algunas personas pueden fingir que estan poseídas, pero para desenmascararlos basta decir el fragmento de un discurso de Cicerón en latín; si se agitan frenéticamente, entonces el sacerdote puede enviarlos con tranquilidad al psiquiatra. Es absurdo también – nos explica Fortea – sostener, como hacen algunos, que los posesos liberados por Jesús padecían en realidad enfermedades diversas. "Nunca se utiliza en los Evangelios la palabra posesión como sinónimo de enfermedad. Y además, si Jesús no creía en la posesión, ¿por qué no nos confirmó que estábamos en un error? Por el contrario, en Lucas 13,32 Jesús mismo se atribuye el poder de expulsar demonios y lo distingue de la virtud de curar enfermos.

En realidad Jesús es el Gran Exorcista, y la Era Mesiánica se distingue por que al fin los demonios pueden ser expulsados del Reino de Dios". Ayudante del padre Amorth en Roma, Fortea, para quien "el demonio no tiene cuerpo, tan sólo se manifiesta a través del cuerpo invadido", tuvo la oportunidad de asistir a varios exorcismos. "Lo que ocurre en una posesión es algo más moderado y sorprendente a la vez que lo relatado en la película El Exorcista. No es usual que en un mismo caso se reúna toda la fenomenología que se produjo durante el caso en que se basó el film; normalmente el poseso se limita a blasfemar ante lo sagrado, caer en trance y poner los ojos en blanco, además de agitar los brazos mientras se le dicen las oraciones. Pero puedo asegurar que algo maligno emana de la persona".

Opinión de la Iglesia
El hecho de que Juan Pablo II tuviera que hacer frente, en septiembre de 2000, a una joven endemoniada, ha puesto de actualidad el fenómeno de la posesión diabólica. La Iglesia admite la existencia del diablo y, aunque no es un dogma de fe, también acepta que el maligno tiene poder para poseer a una persona. Así, en el Nuevo Catecismo se lee: "El exorcismo esta dirigido a la expulsión de los demonios o a la liberación de una posesión demoniaca a través de la autoridad espiritual que Cristo confió a su Iglesia". En Italia, la cifra de supuestos posesos debe ser muy elevada, pues la Conferencia Episcopal de este país ha pedido a los párrocos más rigor selectivo a la hora de reclamar exorcismos.

Asimismo, ha decidido imprimir cuanto antes en versión italiana el Rituale Romanum, revisado en 1998 par la Congregación del Culto Divino. En él hay algunas oraciones para rezar en solitario contra el maligno. Por su parte, el padre Gabriele Amorth, con más de 50.000 exorcismos a sus espaldas, ha declarado que "el mundo esta lleno de demonios dispuestos a adueñarse de personas, animales y cosas. Y existen varias vías: el ocultismo, los cultos satánicos y los maleficios". De la misma opinión es el padre Suñer, exorcista durante cuatro años de la diócesis de Barcelona: "Cualquier práctica esotérica puede permitir que el demonio entre en una persona si ésta invoca a Satanás".

Rituale Romanum
Entre las reglas a seguir por el exorcista que se indican en el Rituale Romanum de la Iglesia Católica para expulsar al diablo estan:
Colocar un crucifijo ante la vista del poseso o en sus propias manos. Ponerle reliquias y medallas. Pero no acercarle demasiado la Santa Hostia pues puede maltratarla.
No dialogar nunca con el demonio y ordenarle que se limite a contestar a las preguntas que se le dirijan. No creerle si simula ser un ángel o un difunto.
No dar crédito a lo que vea u oiga que hace o dice el poseso.
Preguntar a la víctima el nombre y número de entes malignos que lo poseen.
Preguntar en que época y por qué o cómo se produjo la posesión, así como el día y hora en que abandonara al poseso.

Exorcizar con autoridad enérgica, insistiendo en las palabras que más hacen sufrir al poseso.
Hacer la señal de la cruz en las zonas del cuerpo donde el poseso acuse alteración.
Rociar con agua bendita el cuerpo del poseso.
Repetir las frases y palabras que más atormenten al demonio.
Deben estar presentes los familiares para que vean cómo reacciona el poseso y le sujeten firmemente. Deben rezar durante la ceremonia y ser rociados por el exorcista con agua bendita.
No hay que dar pábulo a las trampas y engaños que usan los demonios para hacer creer que han abandonado al poseso. En ocasiones incluso les dejan comulgar o les muestran alguna visión beatífica. Hay que recurrir siempre al ayuno y la oración pues, según dijo Jesús (Mateo 17,20), hay una especie de demonios que no puede ser expulsada más que por la oración y el ayuno.


Cómo se convirtió Tubular Bells en la música de El Exorcista
El álbum entró en las listas británicas en Julio y llegó rápidamente al número uno. Pronto, la historia se repetía por toda Europa. En América pudo haberse quedado como un culto de escuela, pero no lo era para un atrevido director de cine y la historia de una pequeña niña que tuvo al mundo preguntando detrás de las sillas del cine "¿Qué demonios se le ha metido?"
La banda sonora de El Exorcista fue tan atormentada como la niña Reagan. Primero, Bernard Hermann, el compositor  de muchas películas de Hitchcock y de Citizen Kane, fue llamado. Hay muchas historias de por qué él no hizo la banda sonora. Mi favorita es que cuando Friedkin pidió una banda sonora mejor que la de Ciudadano Kane, Hermann respondió "Bueno, deberías hacer una película mejor que Ciudadano Kane".
Se puso a funcionar el plan B y Friedkin se acercó al respetado compositor Lalo Schifrin. Mark Kermode.
La historia, según la leyenda, es que recibieron una llamada de Lalo Shifrin quien estaba en el estudio en el piso de abajo. Friedkin, le contó sutilmente lo que quería y ahí estaba Lalo Schifrin con una gran orquesta, usando disparos,  ruidos, sonidos y jazz... Friedkin es tan impetuoso que arrancó la cinta de la grabadora, salió al aparcamiento, tiró la cinta master al otro lado de la calle y gritó "Saquen esta mierda  de mi película.
Ahora, en la desesperada necesidad de música tenebrosa, para su tenebrosa película, algo poseyó a Friedkin - llámalo sino, destino, pura casualidad - para ir al archivo sonoro de la compañía.


La version de Friedkin de la historia, es que él estaba en el departamento de grabación de la compañía fílmica, Warners, y ellos tenían una cantidad de sellos y álbumes y lo que iba a hacer, era sacar algo del montón, ponerlo, hacerlo sonar dos segundos y quitarlo si no servía. Completamente por accidente uno de los discos que estaba allí era Tubular Bells. Ahora, como usted sabe si tiene el álbum, cuando comienza Tubular Bells,  la música es suave, rítmica y poco a poco te va intoducoiendo en ella . Friedkin oyó el comienzo y dijo "¡Este es! ¡Este es!". Luego, sucedió que a Mike Oldfield aparentemente no le gustó El Exorcista y no le gustaba el hecho que su pieza de música había sido tan indeleblemente unida a esto. Como dijo Friedkin: "Lo siento, es como Romeo y Julieta, esas dos cosas están unidas." Estaba en lo correcto, y las dos cosas están casadas para la eternidad y no hay nada que hacer al respecto.
Podemos exclusivamente revelar sin embargo, que las noticias de hostilidad de Mike Oldfield frente a El Exorcista, han sido exagerados.

Mike Oldfield: Estaba viviendo en una cabaña el la campiña en Gales. Nunca vi El Exorcista hasta 15 años después. Me reí como loco, pensé " es tan cómica..." No pensé que fuera atemorizante. Y ahora se ha vuelto un cliché.. en todas las películas de horror hay un pianito. Cada vez que oigo un pianito... es un derivado de Tubular Bells.
El Exorcista pudo haber ayudado a Tubular Bells pero antes que Linda Blair gruñera, Tubular Bells era un fenómeno, vendiendo millones alrededor del mundo.  El resto es historia. Pero no sólo en la historia musical.
El legado de Tubular Bells ha tenido menos que ver con bandas y canciones, que con globos, aerolíneas, megastores y trenes. Tubular Bells fue la piedra angular del imperio Virgin. Hizo rico a Oldfield, pero más significante, hizo a Richard Branson de 23 años, un multimillonario y para el final de la década la marca Virgin estaba impresa en la conciencia británica.
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