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Extrañas historias


Sabemos que muchas de las historias que por ahí circulan son leyenda urbana, invenciones que poco a poco han pasado de boca en boca hasta irse cargando de tanta fuerza, que ya no somos capaces de distiguir el mito de la realidad. De todas formas en esos temas de misterio, no merce la pena tratar de averiguar llo verdadero de lo falso.
Lo interesante es escuchar el relato y que poco a poco nos lleve a una realidad distinta, a un mundo quimérico y de fantasía que solo se puede vislumbrar a través dede estas extrañas historias. Pero quiero advertir que anuque algunas son meras invenciones, otras son verdadera realidad.

Misterio en Bonielles de LLanera
Hola amigo mío. Mira te voy a contar la siguiente historia: Existe un pueblo cerca de Oviedo llamado San Cucao de Llanera de donde era natural la esposa del General Franco, doña Carmen Polo de Franco. Cerca de ese rincón, entre los montes de esa zona, hay una apartada aldea llamada Bonielles de Llanera, es una localidad pequeña, con muy pocos habitantes y casas desparramadas  entre los montes. Destaca su cementerio y una iglesia muy antigua,  con su campanario en la espadaña por el que han pasado muchos años.


El suceso extraño:
Un día que me encontraba por allí con unos amigos,  entré  yo solo a la iglesia y me subí al campanario. No había nadie en los alrededores ni mucho menos dentro del templo. Para acceder al campanario tuve que subir por unas destartaladas escaleras de caracol y una vez arriba, llegaron a mis oídos unos rezos de varias señoras que decían ” Santa María madre de Dios ruega por nosotros pecadores ahora y por siempre amén, Dios te salve María madre de Dios…” pero esos rezas provenían de varias mujeres y estaban entonados con mucho orden.
A mi me extrañó mucho ya que no había nadie por las inmediaciones, ni dentro de la iglesia , por lo que bajé para cerciorarme de que yo estaba en lo cierto y que estaba solo, puesto que seguía escuchando esa oración. Cuando llegué abajo pude comprobar que no había nadie, ni fuera ni por ningún lugar cercano, incluso miré en el cementerio. Era al atardecer y después de mirar por todas partes seguía escuchando las voces de varias señoras orando.

Cerré la puerta de la iglesia y no le di mayor importancia y me marché pensando que en ese lugar iban a rezar el Rosario las señoras de la aldea y que debido a la construcción de ese antiguo recinto y como todavía seguía prestando los servicios religiosos, quedarían las ondas sonoras en el ambiente y a consecuencia de viento que hacia ese atardecer, se oían a la perfección.
Ahora que ha pasado el tiempo recuerdo que las voces no eran un susurro si no que eran de mediana voz, lo mismo que cuando entras en algún lugar y se encuentran orando varias personas de forma muy audible, o sea en alto. Así ocurrió y no le di la más mínima importancia.

Poco o nada queda ya de aquella parroquia de San Nicolás de Bonielles que describió Pascual Madoz (Pamplona 1806 - Génova 1870) en su Diccionario Geográfico Estadístico Histórico de España y sus posesiones de ultramar (1845-1850), un libro que sigue siendo una referencia indispensable para geógrafos, economistas, historiadores y todo aquel que quiera conocer como era nuestro país en el siglo XIX.
De la parroquia de la que nos vamos a ocupar en este artículo, dice, entre otras cosas que tiene un clima “templado y sano”, y que se compone de los “lugares y caserías de Bonielles, Carbajal, La Peña, Maces, Matiella, Panizales y Vidriera”. 
Nombres que siguen apareciendo en los nomenclátores contemporáneos, a excepción de La Matiella que no está recogido, y, por el contrario, se añade El Fresno, lo que indica que las cosas han cambiado poco en la zona por lo que toca a los núcleos habitados. Madoz sí menciona un “monte Fresno”.Sigue Madoz escribiendo que la parroquia “abunda en fuentes, cuyos derrames se unen al riachuelo que baja de la Sierra de La Peral”, y el terreno “aunque muy quebrado, es bastante fértil”, mientras que los caminos “son locales y malos”.

Cuando se fija en la producción agrícola, dibuja un panorama que hoy resulta impensable, y es que la parroquia producía “maíz, trigo, escanda, algunas legumbres y mucho pasto, cria ganado vacuno, lanar y de cerda y alguna caza”.
Por lo que toca a la población, en el recuento obtiene la cifra de “66 vecinos y 343 almas”. Actualmente, la población de la que es la segunda parroquia de menor extensión del concejo, por delante de Ables, es de unos 200 habitantes repartidos entre los 5,79 kilómetros cuadrados que tiene la parroquia de san Nicolás de Bonielles, en cuyo templo se encuentra la sepultura de uno de los políticos más importantes que dio el siglo XIX español, y que no es otro que Alejandro Mon, varias veces ministro de Hacienda en el gobierno de la nación, entre otros cargos de relevancia.

Tierras habitadas desde muy antiguo, como atestigua la presencia de un castro, es decir, de un establecimiento de población anterior a la llegada de los romanos a las tierras astures, en la Peña Menende. Según los estudios filológicos, serían esos contingentes foráneos los que dieran nombre a Bonielles, topónimo que se relaciona con el nombre de un propietario de nombre latino que se asentaría en la zona para explotar la riqueza agrícola y ganadera, fundamentalmente, de la zona.
A lo largo de la Edad Media, el topónimo aparecerá reflejado en la documentación de diferentes maneras: Bonelles (1057), Boneles (1125), Bonellas (1141), Bonelas (1163), entre otros. La primera vez que aparece el término Bonielles, será en 1371 en un documento correspondiente al monasterio ovetense de san Vicente. Ya en el siglo XVI, concretamente en 1504, se puede leer en un documento del monasterio también ovetense de santa María de la Vega, la referencia a San Nicolás de Bonieles.

Otro suceso en la Carraca ( Cádiz).
Y hablando de Bonielles de Llanera, voy a contar otra historia que me sucedió con una persona natural de ese pueblo, pero junto a la igesia de La Carraca (Cádiz) Ya hace algunos años de esta historia que voy a contar.
Sucedió después de atravesar el Estrecho en el barco donde estaba destinado, atracamos en La Carraca (Cádiz), procedentes de Ceuta.
Una vez en tierra mis primeros pasos fueron encaminados a ver a un buen amigo que era natural de Bonielles de Llanera. A medida que iba caminando, a la altura de la iglesia de la localidad donde atracamos , me detuve al ver a mi amigo al que iba a visitar, apoyado en la puerta del templo. Al verme, me dirigió una sonrisa y con la mano me saludó y yo respondí a su saludo a la vez que me dirigía a su encuentro.
Al acercarnos para saludarnos efusivamente, desapareció y en su lugar había un marinero al que no conocía de nada y que ni en lo más remoto se parecía a él. Era algo más mayor y nada tenía de parecido, además estaba serio.
Ante esta situación yo me quedé de piedra y él me preguntó que a quien buscaba. Yo se lo dije y él me dijo que la persona que buscaba había fallecido hace tiempo, un mes aproximadamente. Ante esta situación tan extraña, no supe que hacer, puesto que había saludado a una persona que no conocía de nada.

La persona fallecida era hermano gemelo del que más tarde me encontré , pues había regresado de su casa de enterrar a su hermano.Este me contó todo lo sucedido y se me echó a llorar.
Esto es un caso verdadero, pues yo estuve viendo con mis propios ojos y saludando con mis propias manos a ese amigo, idéntico, la misma voz, los mismos gestos e igual físico. O sea era el mismo, pero de repente desaparece esa “visión” y resulta que era un marinero al que yo no conocía de nada ni se parecía en ningún detalle a él.
En el momento en que me ocurrió esto, mi estado físico y psíquico era normal, no había aparentemente nada que me enturbiase la realidad.

Historias en Ciudad Rodrigo.
En la provincia de Salamanca, varios núcleos urbanos cuentan con muralla. Uno de ellos es la propia ciudad de Salamanca; pero también lo están importantes cabezas de partidos judiciales, como son Béjar y Ciudad Rodrigo, o Ledesma; así como otras poblaciones singulares, como son, en concreto, dos pertenecientes al antiguo partido judicial de Sequeros: Miranda del Castañar y Monleón. Eso sin contar con los antiguos castros vettones, romanizados después, de los que el núcleo mejor conservado es el de Yecla de Yeltes, en el partido de Vitigudino.


Hablemos de Ciudad Rodrigo y Monleón, por la existencia en ambos de una leyenda del mismo tipo, que nos explica el origen de sus murallas, motivado por el hallazgo de un tesoro.
Las murallas de Ciudad Rodrigo, según la historia, fueron erigidas o más bien reedificadas en el siglo XII, en tiempos del rey Fernando II de León, quien, tras reconstruir la plaza de Ciudad Rodrigo, la rodeó con una poderosa muralla en 1160.
Ciudad Rodrigo es una ciudad bien cercada de muros y fortaleza. Dicen sus moradores, que la mayor parte de sus muros se edificaron con el valor de un tesoro que se halló en Sexmiro. Confirman esta verdad, con mostrar en la Parroquia de San Juan, un lucillo donde está enterrado el que halló este tesoro.
Se puede deducir lo siguiente, después del estudio de algunos escritos conservados en la ciudad sobre los elementos de la leyenda del amurallamiento de Ciudad Rodrigo:


Un hombre halló un tesoro en Sexmiro, localidad de esas tierras perteneciente al Campo de Argañán, y con él se edificó la mayor parte de las murallas de la ciudad. En la iglesia mirobrigense de San Juan, se encuentra un lucillo o urna de piedra que sirve de sepultura , en el que este hombre benefactor se encuentra enterrado.
El tesoro encontrado son los cuernos de oro de la cabeza que halló con un cabrito también de oro.
Los elementos más llamativos de esta leyenda, tal y como aparece en las fuentes historiográficas son, en primer lugar, la conexión entre labor humana y elemento sobrenatural o misterioso, simbolizado aquí por el hallazgo de un tesoro en forma de cabeza de un animal cornúpeto de oro, más un cabrito de oro, lo que situaría a las murallas de Ciudad Rodrigo en una perspectiva mítica.
Y en segundo lugar, la equivalencia simbólica e iconográfica entre la cornamenta de oro de un animal encontrado y la propia muralla.


Ambos elementos aparecerán también en la leyenda sobre la edificación de las murallas de Monleón y en otras leyendas del mismo tipo, conocidas en otras áreas y lugares de la Península.
Se ha tratado de indagar en la pervivencia de la leyenda sobre el tesoro descubierto en Sexmiro, con cuyo valor se levantaron las murallas de Ciudad Rodrigo. Preguntamos a tres personas mayores de la localidad de Sexmiro. Ninguno de ellos liga la existencia de un tesoro, del que sí se nos dan noticias, con el amurallamiento de Ciudad Rodrigo.
Una de ellas dice que a personas mayores les oí hablar de la cabra y el chivo. Y algo del tesoro también pues decían que hubo aquí un tesoro. Pero tampoco puedo yo decirle con exactitud nada.

También puedo decir que hay una viña que la llaman. "La Viña el Tesoro". Y yo no sé por qué ni cómo, pero sí, que siempre se ha llamado la Viña el Tesoro.
Y en esa zona hay restos muy antiguos en los que incluso, se ven hasta huesos en un sitio, y cosas antiguas. Pero eso nosotros lo relacionábamos siempre con lo de Gallimazo.
Se le pregunta a esta persona , ¿Qué es eso de Gallimazo ? contestando, pues una muralla muy antigua que, claro, no sé de qué época es, pero si es muy antigua. Y siempre ha habido por ahí restos.
Por otra parte, se comprueba que efectivamente aparecen varias referencias, desde el topónimo de la Viña el Tesoro, hasta la presencia, en un paraje cercano, del antiguo castro de Gallimazo.

Otras historias de Monleón.
La leyenda del amurallamiento de Monleón está viva, en la tradición oral salmantina. Recordaremos el conocido romance de "Los mozos de Monleón", vivo en la tradición popular y muy querido para un poeta como Federico García Lorca, además de poder reseñar algunas historia sobre el tema y que a continución se relacionan.
Había un señor que dice que se soñaba mucho por las noche con que en la Puerta del Sol de Madrid, tenía la fortuna. Y soñando esto una cuantas noches seguidas, se cogió y se fue a Madrid.


Llega a Madrid y venga a pasear por la Puerta el Sol, para allá y para acá. Y estando en ese trance llegó uno que era conocido y le dice: Hombre, ¿cómo te has perdido por aquí?.
Pues, mira, paisano, te voy a decir la verdad. Llevo un montón de noches soñándome que aquí a la Puerta del Sol de Madrid tengo la fortuna y no sé más.
Le contesta el paisano, a eso no le hagas caso, pues yo llevo soñando que bajo la bigornia de la herrería de Monleón hay un toro de oro. Y como sabes yo soy el herrero.
Pues ambos se convencieron y volvieron a Monleón, aunque el herrero al ver que su paisano había ido a Madrid por un simple sueño, como no iba él a ver lo que había en su herrería.
Una vez en su pueblo, el herrero se hizo con una mazo, un pico y un azadón y empezó a escarbar donde tenía la bigornia, o sea donde ponen el hierro y lo aprietan para martillar sobre él.
Empezó a retirar piedras y ya notó que había allí una cosa, por lo que empezó a escarbar con cuidado hasta que sacó el toro de oro que había aparecido en sus sueños, junto con sus cuernos también de oro.
Con la venta del toro y los cuernos cercó el pueblo y resto lo repartió dejando para él también mucho dinero.


Otro relato similar:
Era un señor que se soñó tres noches seguidas, que en el puente de Salamanca tenía la fortuna. Pues se fue allá al puente y empezó a pasear paseando para allá y para acá y un paisano, al verlo le dice:
Pero bueno , te veo pasear para allá y para acá, ¿qué espera tú por aquí?. Le contesta Calla, hombre, que me he soñado que aquí, en el puente tenía yo mi fortuna. A lo que le contesta el paisano, como te hagas caso de ensueños.
Mira, yo me soñé que en Monleón en un machadero grande, donde tengo un rebaño de cabras, pues encima del machadero se echaba un macho con un cencerro y debajo soñaba que había una cabra con un cabrito de oro. Pues el señor de las cabras, el de Monleón se fue para su pueblo, levantó el machadero y sacó la cabra y el cabrito de oro.
Pues luego como había que darle cuenta al Estado, de lo que había encontrado se fue donde el Rey, y le dijo: Su majestad ¿de la cabra y el cabrito, que desea usted. Hombre, pues, por más tierno, el cabrito, por lo que él se quedó con la cabra. Entonces le llevó el cabrito de oro y al ver el rey que era de oro, le dijo : al Rey no has sido traidor, con los cuernos de la cabra cercarás a Monleón.

Otra de lo mismo:
Allá en los tiempos de Maricastaña, un tejedor del cercano pueblo de Monleón, halló enterrados, una hermosa cabra con su cría; pero cabra y cabrito no eran de carne, sino de oro y de primorosa labor.Según era entonces obligatorio, el tejedor debía dar cuenta de su hallazgo al Rey, para que éste percibiese, no el quinto del valor de lo encontrado sino una porción mucho mayor
Mas el artesano, que era hombre ingenioso y avaro, dijo al monarca, que había encontrado una cabra y un cabrito, pero ocultando la preciosa materia de la que estaban hechos; y que ofrecía de entre ambos, lo que más agradase a Su Alteza, que era como entonces se llamaba a los reyes.
Y Su Alteza, suponiendo que estaban vivos, contestó que prefería el cabrito "por ser más tierno". El vasallo envió el cabrito a palacio; más, descubierto entonces tan codicioso ardid por el engañado, mantuvo su elección, pero dijo esto, con lo cual remataba el romance:
Tejedor de Monleón // que al Rey le fuiste traidor;// con los cuernos de la cabra// //cercarás a Monleón.


Romance: Los Mozos de Monleón
La acción trágica que se desarrolla en el romance es intensa y escueta: al celebrarse una corrida de toros en un cercano pueblo, los mozos de Monleón deciden acudir a ella; realizan temprano sus faenas agrícolas de arado para tener tiempo de remudarse o sea de ponerse la ropa limpia.
La viuda no da el remudo a su hijo Manuel Sánchez, pues no quiere que vaya a los toros; éste amenaza a la madre con pedirla de prestado, ante cuya postura la viuda le lanza una premonición: el toro lo matará, si va a la corrida, y traerán su cadáver a casa en un carro.
Manuel Sánchez, que lleva encima el fatal augurio materno, se va con sus amigos y en el camino se encuentran al vaquero que ha criado al toro, que les da un serio aviso: no deben entrar al animal, pues es muy malo.
Ellos no hacen caso a la voz de la experiencia, al considerarse «sentenciados». Ya en la plaza, Manuel Sánchez llama al toro, que le coge y le arrastra por todo el ruedo, dejándolo moribundo.
En el carro del rico de Monleón llevan el cadáver del mozo a la viuda, su madre, cumpliéndose así la premonición materna.

Los mozos de Monleón se fueron a arar temprano para dir a la corrida y remudar con despacio; // al hijo de la veyuda el remudo no le han dado. -Yo a la joriza he de ir aunque lo busque emprestado. // -Permita Dios si allá vas que te traigan en un carro, las abarcas y el sombrero de los indiestos colgando! // Se cogen los garrochones, se fueron la nava abajo, preguntando por el toro, y el toro ya está encerrado. // En el medio del camino al vaquero se encontraron. -¿Cuánto tiempo tiene el toro? -El toro tiene ocho años. // Muchachos, no entréis a él; mirar que el toro es muy malo, que la leche que mamó se la di yo por mi mano. // -Si nos mata que nos mate, ya venimos sentenciados. Manuel Sánchez llamó al toro, nunca lo hubiera llamado: // por el pico de una abarca toda la plaza arrastrando. -Compañeros, yo me muero; amigos, yo estoy muy malo; // tres pañuelos tengo dentro y este que meto son cuatro. Al rico de Monleón le piden los gües y el carro. // A la puerta la veyuda arrecularon el carro. -Aquí tenéis vuestro hijo como lo habéis demandado. // A eso de los nueve meses la madre sale bramando; los vaqueriles arriba, los vaqueriles abajo.

Y ya de paso vamos a hablar algo de su castillo y de villa que lo cobija. El castillo de Monleón se alza sobre un promontorio, rodeado por dos ríos que le servían de foso natural, situado en una esquina de la muralla de la localidad del mismo nombre, en la provincia de Salamanca, a unos 50 kilómetros de Salamanca.
La villa de Monleón fue fundada sobre un teso aislado en campo abierto, al final de la sierra de Linares y cerca del río Alagón. Sus orígenes parecen ser muy antiguos, a juzgar por la escultura del toro que aparece junto a la puerta de la villa.
El castillo fue construido en el siglo XV sobre un castillo anterior. Se tienen noticias, a través de documentación escrita, sobre diversas vicisitudes por las que atravesó el castillo de Monleón desde finales del siglo XII, cuando Alfonso XI lo dona a doña Berenguela en el año 1199. En el año 1475 el castillo resistió un asedio portugués, sublevándose posteriormente hasta el año 1477, en que fue rendido al Rey Católico no sin ofrecer una notable resistencia, defendido por la mujer de su alcaide, don Rodrigo Maldonado, quien no lo entregó sino a cambio de la vida de éste, gravemente amenazada por sus desafueros y violencias.

Ante sus muros tuvieron lugar acciones bélicas durante la guerra de sucesión originada por la proclamación de Isabel como reina de Castilla.
Monleón fue repoblada en el siglo XII y desde esta fecha ya debió de estar amurallada. Fue disputada por las familias de los Zúñiga y los Alba para controlar las cañadas, pilares fundamentales en la economía del siglo XV y que tanto dinero y poder dieron a la Casa de Alba.
Monleón era una aldea que pertenecía a la comunidad de Salamanca, después de un periodo de refriegas entre las dos familias que se lo disputaban pasó de nuevo a manos de la Corona que nombraba a los alcaides. En 1475 Rodrigo Maldonado resistió un ataque de los portugueses. A partir de esta fecha el alcaide se siente crecido y se cree con el beneplácito del duque de Alba y la nobleza salmantina y comienza a comportarse como señor de Monleón.


El Rey Fernando el Católico en 1477, lo hace preso mientras que su mujer no rinde el castillo hasta que el Rey no lo coloca delante del castillo y a pregón hace oír que le cortaría primero la mano derecha, luego la izquierda, el ojo derecho, así sucesivamente. La esposa de Maldonado rinde el castillo a cambio de la vida de su marido. El monarca nombraría nuevo alcaide y confirmó la pertenencia de la fortaleza a la comunidad de Salamanca, aunque pocos años después (1480) la independiza, la hace villa y le otorga tierra y fueros.
Aunque las murallas de Moleón pudieron ser construidas en el s. XIII, e incluso antes, el castillo fue contruido en el siglo XV, y está situado en una de las esquinas de un recinto amurallado que rodeaba al pueblo y hoy casi ha desaparecido. Esta característica de superponer el castillo en la muralla también se da en otros pueblos de la provincia como Miranda del Castañar, San Felices de los Gallegos, etc. Se sitúa al este de la población, en una escarpada desde la que se domina la confluencia del arroyo Carnicero con el río Alagón.

La planta del castillo es un trapecio irregular formado por dos lienzos, el sur y el oeste, que con anterioridad eran parte de la muralla; los dos restantes se construyeron para conformar un recinto que defendiera la torre. La puerta de entrada desde el pueblo, en el muro este, es un arco de medio punto, de grandes dovelas, flanqueado por dos cubos con saeteras de ojo de cerradura invertido.
Lo más sobresaliente de este castillo es su enorme y majestuosa Torre del Homenaje, al igual que la de San Felices de los Gallegos, y que recuerdan a la de La Mota en Medina del Campo. Esta torre se ha convertido en todo un emblema de Monleón y su altura alcanza los 37 metros. Se eleva sobre la Villa como emblema del poder feudal de la época. En lo alto está rematada por 8 garitas voladas o escaraguaitas, típicas del siglo XV. Es de planta cuadrada construida con manpuestos y refuerzo de sillería de granito en las esquinas. Posee 5 pisos, cuatro sales y la azotea cerrada con un tejadillo, de ellos dos con forjados de madera, la estancia baja cerrada mediante bóveda de cañón.

Al interior se accederá por la segunda planta mediante escalera o puente levadizo como solución que tomaría otros muchos castillos de la época. A lo largo de su historia ha sufrido distintas obras y remociones como demuestran algunos vanos de estilo isabelino abiertos en los muros. En el lado oeste todavía se aprecian restos del escudo nobiliario realizados en arenisca. En la actualidad ha sido restaurada por sus propietarios y reconstruidas algunas de las posibles dependencias anejas. El conjunto ofrece parte de la presencia que tuviera en la época, gracias a su actual propietario, ya que es de propiedad particular, y se usa como vivienda.

El recinto amurallado de Monleón disponía de tres puertas principales de acceso, la de la Villa al Norte, la del Sol al sureste y la de Coria junto a la Torre del Homenaje del Castillo. Son de características similares, con vano apuntado, construidas con sillares bien elaborados y con doble arco en el interior. En la actualidad todavía se pueden apreciar las marcas de los canteros en los sillares. Las puertas estaban almenadas y entre ellas existía un paseo de ronda que las comunicaba.
Esta escultura zoomorfa de época prerromana es un verraco datado en el siglo IV antes de Cristo. Su emplazamiento original fue un castro cerca, en la actualidad está situado frente a la puerta de la muralla que da acceso a la villa y lleva el mismo nombre (imagen superior). Este tipo de esculturas se asocia a la cultura vetona, pueblo dedicado principalmente a la ganadería que tras la conquista romana siguió realizando esculturas de esta naturaleza. Se supone que los verracos, generalmente toros, tenían un significado religioso y pudiesen estar relacionados con algún tipo de rito de fertilidad. Solían esculpirse con cierto detalle, las extremidades, la cabeza y los órganos sexuales.