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Belchite pueblo fantasma


Existen lugares que desde hace mucho tiempo ya no son visitados. Un espeso manto de polvo habita en su interior, esperando que las pisadas de algunos buscadores de leyendas y misterios remuevan su pasado. Tú puedes ser quien nos descubra esos lugares y leyendas que están al borde del misterio y cuyo delgado velo fuerzas por romper. En este apartado recopilaremos los lugares que se visitan, su descripción, una pequeña reseña histórica y las leyendas que se cuentan sobre ellos. Igualmente se narrarán los sucesos misteriosos e inexplicables que las gentes del lugar han conservado en su memoria a través de los años.

Belchite el pueblo fantasma
Belchite no fue reconstruido y hoy conviven el pueblo nuevo y el viejo, en un impresionante testimonio de la violencia de los hombres para con su historia. La guerra civil española se pierde entre los muros del pueblo abandonado, desgarrados por las balas y los obuses, para trascender hasta convertirse en un símbolo intemporal de los anhelos de paz.Para muchos investigadores de lo paranormal, el viejo Belchite, es el lugar perfecto para realizar psicofonías, y por los resultados podemos afirmar que así es, tanto por la cantidad como por la calidad.










Una de las mejores grabaciones realizadas fue sin duda la de nuestros amigos David Garcés y Paco Calahorro, que junto a un equipo de investigadores consiguieron grabar en la iglesia de San Martín una voz.
Después de analizarla, hay unanimidad en catalogar la voz de una niña o niño, también se puede escuchar un clic metálico característico de estas grabaciones, la escalofriante voz dice: "Rojo al suelo". Según los investigadores, allí no había ninguna niña o niño que hubiera podido realizar la misteriosa inclusión. Al escucharla, parece que uno ha sido capaz de recoger un breve fragmento de historia, como si la voz hubiese perdurado a través del tiempo con la posibilidad de ser captada en determinados momentos.

Hoy, existe un Belchite subterráneo, ya que durante la guerra, la gente comunicó con túneles las bodegas de las casas para esconderse y poder comunicarse sin riesgo. Bajo tierra, podría haber documentos y objetos de valor histórico sobre el pueblo, la guerra y la vida cotidiana durante el conflicto. Los que han atravesado sus calles polvorientas lo han sentido, es como si el tiempo se hubiese detenido. Esperas que en cualquier momento unos niños salgan corriendo de uno de los caserones destruidos, y es que aun se siente vida en el pueblo.
Sin duda, es el pueblo abandonado, maldito, fantasma… como queramos llamarlo, más visitado de España, pues sus ruinas son visitadas todos los años por más de diez mil personas. Algunas como homenaje o recuerdo de lo que sucedió allí, otras como simple visita turística y otras muchas, atraídas por las leyendas que cuenta que las almas de los que allí murieron, todavía caminan por sus calles.


Las leyendas de Belchite
Desde su total abandono en la década de los 60 y dado su pasado doloroso y sangriento, junto con el perfil fantasmal de edificios semiderruidos. Belchite viejo ha sido un centro de peregrinación para investigadores de lo paranormal de todo el mundo. Las ruinas de los conventos de San Rafael y San Agustín, la inquietante torre del reloj, el viejo cementerio, la iglesia de San Martín… cualquier rincón de este pueblo es un lugar idóneo para pasar una noche con una grabadora y un termo de café.

Y los resultados de estos investigadores no tardaron en producirse. Decenas de psicofonías, grabaciones en las que se escuchan los ecos de la guerra como si aquellos terribles días de 1937 hubiesen quedado impregnados en todas y cada una de las piedras del lugar. Aviones, bombas, disparos… lamentos. Con el paso de los años las leyendas fueron aumentando, en gran parte gracias a estas psicofonías. Presencias misteriosas que caminan por las solitarias calles, sombras que parecen desaparecer en el interior de las casas al paso de los visitantes, fotografías en las que aparecen figuras entre las ruinas, manos que arañan las tiendas de campaña de jóvenes que pasan allí la noche como gesto de hombría, campanas que hace años que desaparecieron y que vuelven a repicar en las noches más oscuras, un niño juguetón que suele asomarse en lo más alto del campanario… quizás sea él quien toca las campanas. Voces que hielan la sangre a los visitantes recomendándoles que se marchen de allí.

Estas son algunas de las muchas historias que se cuentan sobre Belchite, muchas serán ciertas, otras falsas, cada uno es libre de tener su propia opinión, pero de lo que no tengo duda es que todos los que por sus calles han caminado o caminarán, tendrán la misma sensación inquietante de que allí quedó algo atrapado y que de algún modo etéreo, todavía se puede sentir.
Termino el artículo con una frase que se puede leer en la puerta de la vieja Iglesia de San Martín. Pintada por Natalio Baquero, uno de los últimos habitantes de Belchite el mismo día de su partida.
“Pueblo viejo de Belchite, ya no ten rondan zagales, ya no se oirán las jotas que cantaban nuestros padres”


Historia
La primera noticia conocida sobre ocupación humana en la zona de Belchite es la de la Cueva de los Encantados. Este importante lugar, no solo por su valor arqueológico, sino también espeleológico, fue descubierto en los años 70. Los valiosos restos metálicos y cerámicos, permiten datar su momento de uso entre el 1800 al 1300 antes de Cristo, en la Edad del Bronce antigua y media. Sin embargo, no es hasta la Edad del Hierro final cuando se ha podido constatar una presencia humana de importancia en este territorio. Es en este momento cuando se desarrollan una serie de asentamientos importantes, entre ellos alguno que pudo alcanzar la categoría de ciudad.

Tradicionalmente, Belchite ha sido asimilada a Belia, ciudad nombrada por Ptolomeo perteneciente a la etnia ibera de los Sedetanos. Una de las opciones con mayor aceptación actualmente entre los expertos es la de Belgeda. Esta ciudad de los celtíberos es nombrada por Apiano con ocasión de un episodio ocurrido en el año 93 antes de Cristo, en el que los habitantes de esa ciudad dieron muerte, prendiendo fuego al edificio, a los miembros del senado local, al haberse mostrado estos vacilantes ante el deseo popular de rebelión contra Roma. Como consecuencia de estos hechos, el gobernador Cayo Valerio Flaco intervino dando muerte a los responsables. Belgeda vuelve a aparecer en fuentes clásicas nombrada por Orosio, al ser conquistado por Pompeyo junto a otras ciudades en el año 76-75 antes de Cristo, en su camino a la Celtiberia desde Cataluña. Cualquiera de las opciones lleva a establecer en el entorno de Belchite la existencia de una ciudad celtíbera del grupo étnico de los Belos o al menos del grupo denominado Bel.

Independientemente de cual fuera su nombre en la antigüedad, Belchite cuenta con una importante yacimiento en el cerro amesetado que hoy ocupa el santuario de la virgen del Pueyo. A pesar de no haberse realizado excavaciones y de ser conocido solo por hallazgos superficiales, en su superficie alberga una ciudad de una cronología no anterior a mediados finales del siglo I antes de Cristo. Esta ciudad tuvo una estrecha relación con la presa construida en esa época en Almonacid de la Cuba. La potencia de la ciudad y la garantía de abastecimiento de agua hicieron del territorio del actual Belchite una tierra próspera y de gran riqueza.


La caída del imperio romano y la llegada los conquistadores islámicos hizo que el conjunto de los pobladores cambiara. Sin embargo, el funcionamiento de la zona siguió siendo muy parecido, continuando una estrecha relación con riqueza fértil que proporcionaba el agua de la presa de Almonacid.
Belchite, la Balsar o Bilsid islámica, perteneció al territorio de Zaragoza, constituyéndose en un amplio distrito agrícola en torno al río Aguas Vivas, como aparece descrito en fuentes documentales de varios cronistas árabes. La zona fue tempranamente poblada, desde la segunda mitad del siglo VIII, por grupos tribales beréberes clientes de la dinastía Omeya, asentados en torno de la Madina de Zaragoza con el objetivo de controlar y proteger estratégicamente sus alrededores, a la vez que, en el caso de Belchite, controlar la ruta con Montalbán y Teruel hacia la costa, que enlazaba también con el eje Molina-Guadalajara-Toledo.

Como motor de este territorio las fuentes árabes narran la recuperación del uso de la presa romana de Almonacid (Al-Munastir) como elemento para controlar el precioso elemento del agua que hacia fértiles estas tierras. Como elemento de control de esta riqueza se construyeron puntos fortificados, de los que hoy en día no quedan restos, para proteger los recursos. En torno a uno de estos puntos fortificados, probablemente situado en los alrededores del cementerio viejo y San Salvador, surgiría una núcleo de población mas desarrollado que terminaría por convertirse en Belchite.
Entre 1117-1118, dentro de la gran ofensiva militar y cruzada organizada por Alfonso I el Batallador para la conquista de Zaragoza, Balsar fue tomada por los ejércitos cristianos franco-aragoneses. Conscientes del importante punto estratégico y productivo que constituía esta zona. En 1119 se emitió fuero para regular la vida y atraer a nuevos pobladores. Belchite seria centro neurálgico desde el que se controlaría esta nueva frontera ante los territorios musulmanes. Para ello se perdonaron cualquier tipo de falta anteriormente cometida, otorgándose a los nuevos pobladores numerosas inmunidades y ventajas terrenales y espirituales.

Como elemento para reforzar esta posición de extremadura, de linea fronteriza, en 1122 se creo la Cofradía Militar de Belchite, primera de las órdenes religioso-militares creadas en Aragón a imagen de las existentes en Tierra Santa. Esta orden militar se mantuvo activa e independiente hasta su fusión con la orden del Temple.


A partir de este momento inicial, Belchite durante la Edad Media continuó siendo un prospero centro de producción agrícola, así como centro administrativo y económico de una comarca amplia. Tres culturas, la cristiana, la islámica y la judía convivieron durante varios siglos. El grueso de la población continuó siendo morisca, manteniendo en su mayoría, con sus correspondientes pagos de impuestos, el control del trabajo de la tierra y la producción agrícola. Los nuevos pobladores cristianos pasaron a controlar la vida espiritual y administrativa. En el caso de los judíos, se ha podido constatar la existencia de una judería en Belchite con sinagoga propia, que aunque no muy extensa en su numero de habitantes, si parece que contaba con una gran influencia económica al ser centro financiero y de crédito de la comarca.

Durante este tiempo, Belchite vivió bajo el mando de su señor feudal. Sin embargo, en 1430 esta situación cambió. Después de haber permanecido bajo la órbita de la casa de Luna, Belchite pasó a estar bajo el control de la Corona aragonesa, convirtiéndose temporalmente en villa de realengo. Sin embargo, en 1432, con el objetivo de aumentar patrimonio y solventar problemas económicos, Belchite es vendida por la reina María, esposa de Alonso V, al ducado de Hijar, pasando de ser patrimonio real a señorío secular.
En un territorio que incluía también Almonacid y la Puebla de Albortón, las villas y derechos, todos sus habitantes y rentas, así como la administración de justicia pasaban a la autoridad de la casa de Hijar. Como complemento a esta autoridad nobiliar, en 1498, con Fernando I, se constituye el Condado de Belchite. Para ese momento, se conserva el primer censo conocido de la villa: contaba con unos 1100 habitantes. Durante los siglos siguientes, especialmente durante los siglos XVIII y XIX, la media demográfica se situó en torno a los 3000 habitantes. Un momento difícil para esta tónica demográfica fue 1611. La expulsión de los moriscos, al igual que en muchas otras partes de España, supuso una importante pérdida demográfica, especialmente en sitios, como era Belchite, en los que el grueso de la población tenia ascendencia islámica. Para ello se creó una nueva carta de población con el fin de atraer nuevos vecinos.


Superado este momento de crisis de población, Belchite recuperó su potencia, siendo uno de los municipios más importantes de Aragón durante la edad Moderna. Reflejo de esta prosperidad y crecimiento fue la definitiva monumentalización de la villa. Numerosos palacios y casas nobles acompañaron a los restos monumentales más importantes del Belchite viejo que se han conservado hasta nuestros días (Iglesias de San Martín y San Agustín, de San Juan- Torre del Reloj, Convento de San Rafael, el Seminario, ermita de la Virgen del Pueyo o las puertas que circunvalaban la villa dándole acceso)
Llegado el siglo XIX comenzó para Belchite un triste periodo en el que la prosperidad y la riqueza económica y de población fue sustituida por una serie de lamentables y devastadores episodios bélicos.

Belchite durante la Guerra de la Independencia tuvo su participación en los hechos ocurridos durante el primer Sitio de Zaragoza. Dada la complicada situación en la que se encontraba la ciudad, Palafox salió de Zaragoza para asentarse en Belchite el 16 de Junio de 1808 con el objetivo de reunir nuevas fuerzas y presentar nuevos frentes de guerra al ejército francés. Pocos días después, el 18 de Junio, después de haber sido derrotados días antes en María de Huerva y Botorrita, los ejércitos españoles presentaron batalla desde el entorno de El Calvario hasta el Pueyo y la Puebla de Albortón, siendo de nuevo derrotados. Este hecho quedó registrado en el Arco del Triunfo de París, dentro de la lista de victorias napoleónicas.
Años después, e igualmente dentro del contexto de otro episodio zaragozano, “La Cincomarzada”, Belchite volvió a sufrir otro encuentro bélico. En 1838, dentro de la línea de avance carlista al mando de Juan Cabañero Esponera, se produjo una nueva batalla en Belchite, previa al famoso intento de entrada en Zaragoza. Sin embargo de estos episodios bélicos, el que más importancia y repercusión tuvo para la vida del pueblo fue el de la última Guerra Civil española. En junio de 1937, con el fin de distraer las operaciones El estado mayor republicano preparó una serie de ofensivas con el fin de aliviar la presión de esta zona de la contiende e intentar evitar la caída de Bilbao en las manos del ejercito franquista. Para ello, se dispusieron una serie sucesiva de avances, primero en Huesca, seguidamente, en agosto en Belchite y posteriormente en diciembre en Teruel.


En el caso de Belchite, considerando el éxito obtenido en Brunete, el general Rojo dispuso un contragolpe estratégico. Para ello dispuso un importante número de efectivos a lo largo del extenso frente de Aragón intentando contar con el factor sorpresa que ya en otras ocasiones había resultado con éxito. el 24 de agosto se inició la ofensiva de Belchite, con el objetivo de realizar un avance rápido sobre Zaragoza para tratar de ocuparla y provocar así el desplazamiento de tropas franquistas desde el Norte. Un total de algo más de 80000 hombres divididos en cuatro agrupaciones principales tenían como objetivo principal rodear y ocupar velozmente Zaragoza desde varios frentes: por el Norte desde Zuera, más al Sur desde Farlete hacia Villamayor, por el Este desde Quinto y Pina; y por último, con la mayor cantidad de fuerzas, otro amplio sector que cubría Quinto, Belchite, Mediana y Fuentes.

El objetivo prioritario inicial era avanzar ordenada y rápidamente para conquistar los puntos claves y posibilitar la entrada en Zaragoza. Sin embargo, esta ambiciosa operación no tuvo los resultados esperados. El factor sorpresa, clave en la operación, llevada a cabo incluso principalmente de noche, se perdió debido a la falta de coordinación entre todos los frentes, la inexperiencia de las tropas, los fallos de intendencia, y, sobre todo, en el detenimiento de las acciones militares en puntos no prioritarios de la ofensiva, como pudo ser Belchite. Durante días, mediante duros combates, el cerco sobre la villa se fue completando, quedando pequeños reductos de resistencia, como el seminario, que finalmente terminarían igualmente cayendo.
La aviación jugó un importante papel tanto en acciones de ataque como de aprovisionamiento para los sitiados. Una vez alcanzado el casco urbano, los combates se realizaron casa a casa, hasta restringir un último núcleo de resistencia en torno al ayuntamiento y viviendas adyacentes, así como la torre de la iglesia de San Martín.


Estos últimos reductos, a pesar de los últimos intentos de resistencia y huida de sus defensores, fueron tomados finalmente el día 6 de septiembre de 1937. El empeño republicano en la toma de la plaza no parece justificable desde ningún punto de vista estratégico o militar. La batalla de Zaragoza se convirtió en la batalla de Belchite, cambiando una ofensiva de gran alcance en una acción bélica sobre una serie de plazas secundarias, entre las que destacaba Belchite, que hicieron perder tiempo y gran cantidad de medios al Ejercito Popular. Como resultado no solo no se consiguió la toma de Zaragoza, sino que además no se evitó la caída del frente Norte y la toma de ciudades como Bilbao por el ejército franquista.
La batalla de Belchite tuvo su segundo episodio en 1938, dentro de la primera fase de la Batalla de Aragón, con la gran ofensiva final del ejército franquista que supuso el inicio del fin definitivo de la Guerra Civil. Después de la batalla de Teruel, el ejército franquista pasó a la ofensiva para conquistar el débil frente de Aragón, enlazar con el Mediterráneo y así dejar aislado el reducto republicano de Cataluña. El avance del potente y bien equipado cuerpo de ejército sublevado, reforzado por los cuerpos marroquies y el cuerpo italiano, fue fulgurante, conquistando en un corto espacio de tiempo una enorme extensión de terreno.

Debido a la feroz defensa planteada en la primera batalla, la propaganda ideológica del bando sublevado adoptó Belchite como un símbolo por lo que su toma alcanzó un significado especial. La desproporción de las fuerzas fue tal, que en el transcurso de los días nueve a once de marzo, las fuerzas republicanas fueron arrolladas, tomándose junto a Belchite, las poblaciones de Azuara, Almonacid y La Puebla de Albortón.

Este acontecimiento bélico marcó el inició del fin de muchos siglos de historia. La villa histórica de Belchite fue despoblándose paulatinamente debido a decisiones políticas y propagandísticas del bando vencedor.
Sus edificios, debido por una parte a los daños sufridos, pero principalmente al abandono, las inclemencias del tiempo y el paso de los años, permanecen todavía como testigo no tan mudo de un importante y extenso pasado.


Monumentos artísticos  de Belchite
Arco de la Villa
Posible entrada principal de la población, ya que de él parte directamente la calle Mayor, vía principal del casco urbano. Es el mejor conservado de todos los arcos similares que daban acceso al interior del municipio, habiendo recibido además una reciente restauración.
Aunque no se conserva documentación que feche con precisión el momento de su construcción, estilísticamente puede situarse dentro de la corriente barroco-mudéjar del siglo XVIII, la cual mezcla características barrocas como frontones curvos o grandes óculos con características constructivas como el ladrillo.
La puerta está dividida en dos cuerpos principales, con un primer piso formado por un arco de medio punto principal que forma la puerta, completado por cuatro arcos laterales sobre los que se levantan los muros y la bóveda del segundo piso.
Esta segunda planta alberga una capilla dedicada a la Virgen, la cual está cubierta por una cúpula sobre pechinas, las cuales originalmente estuvieron decoradas con pinturas. Exteriormente presenta dos fachadas, una hacia el exterior y la otra dominando el inicio de la calle Mayor, decorada con balcón y altorrelieves.

Iglesia y convento de San Agustín
Ubicado en la parte Norte del pueblo, junto a la plaza del mismo nombre. El convento perteneció a la orden de los Agustinos Ermitaños. Esta orden religiosa estuvo presente en Belchite probablemente desde el siglo XIII, siendo custodios de la ermita de la Virgen del Pueyo, lugar donde tuvieron un monasterio hasta 1597, momento en que se trasladaron a la villa.
Allí continuaron hasta mitad del siglo XIX, cuando con motivo de la desamortización de Mendizábal abandonaron Belchite. A pesar de su marcha, la iglesia permaneció abierta al culto, siendo la segunda parroquia más importante del pueblo. Después de la Guerra Civil, a pesar de los daños sufridos, se convirtió en la única parroquia con culto hasta 1964, momento en que se trasladó por completo la población al pueblo nuevo, siguiéndose el culto en la nueva iglesia de San Martín.

A pesar de los daños sufridos por el tiempo y el abandono, el claustro fue derruido después de la guerra, la iglesia sigue conservando su monumentalidad. Esta, de planta de estilo jesuita, consta de una gran nave central de cuatro tramos, 40 metros de longitud por 16,30 de anchura, con crucero y ábside recto, con cuatro capillas laterales situadas entre contrafuertes por cada lado. Sobre estas capillas laterales corre una tribuna. El acceso cuenta con vestíbulo, sobre el que está situado el coro. En el lateral derecho del acceso se levanta la imponente torre campanario, de 32 metros de altura. La torre es de planta mixta, con los dos primeros cuerpos cuadrados y octogonal el tercero. El basamento es de sillares de piedra, mientras el resto está realizado en ladrillo como el resto del templo, con decoraciones geométricas en cuadrados, rombos y triángulos según los cuerpos.
La iglesia presenta una decoración interior de considerable valor artístico, con abundancia de relieves en estuco, cornisas, entablamentos, pilastras corintias, así como grupos escultóricos también en yeso.


Convento de San Rafael
Ubicado en el lado sureste del pueblo, en la calle Enrique Naval, junto a la iglesia de San Martín, encajada entre las casas, sin contar con plaza propia. El convento perteneció a la orden religiosa de las Dominicas de San Rafael. Desde 1781, año de inauguración del convento, fue centro de enseñanza para niños pobres. El convento sufrió importantes daños durante la guerra civil, siendo sustituido por uno de nueva fundación en el pueblo nuevo.
La iglesia tiene una planta centralizada de forma cuadrada, formada por tres naves de tres tramos, con un vestíbulo de acceso en los pies, sobre el que está el coro. El espacio central está cubierto por una gran cúpula sobre pechinas. Todo el conjunto esta construido en una técnica mixta, usando machones de ladrillo con cerramientos de mampostería careada. El conjunto de iglesia y convento es un ejemplo de transición entre la tradición arquitectónica y la decoración barroca y los nuevos gustos Neoclásicos del siglo XVIII.

Iglesia de San Juan
Popularmente conocida como “Torre del Reloj”, está situada en el centro del pueblo, junto a la plaza vieja.
A juzgar por los pocos datos con los que se cuenta, su construcción debe datarse en un momento anterior al siglo XVI, teniendo muy probablemente un origen mudéjar. A mitad del siglo XVIII contaba con un reloj público para información general de los vecinos (modelo habitual en Aragón desde el siglo XVI) en la parte alta de la torre. Poco después debió de desacralizarse, ya que hay constancia de su uso como café y teatro. En la actualidad quedan escasos restos, tan solo un muro lateral y la torre, restaurada.


Iglesia de San Martín de Tours
Posiblemente su construcción inicial date de la primera mitad del siglo XIV, en estilo gótico-mudéjar, habiendo sufrido constantes ampliaciones y reformas posteriores hasta el siglo XIX. originalmente la iglesia era de nave única, con ábside poligonal y torre casi exenta a los pies. La primera de las ampliaciones se realizó en el siglo XVI, con la construcción de una nave lateral derecha, capillas entre los contrafuertes del lado izquierdo y un nuevo tramo a los pies. En el siglo XVII se levantó una capilla barroca junto al primer tramo de la nave lateral. En el siglo XVIII se construyó la portada de la fachada principal que se puede ver actualmente. La torre, de grandes dimensiones, es de planta cuadrada, con una estructura similar a la de los alminares musulmanes.
Levantada sobre un basamento de sillares de piedra, el resto del cuerpo es de ladrillo, con un último cuerpo de campanario y un remate piramidal. Todo el cuerpo principal presenta una decoración geométrica en ladrillo resaltado sobre fondo rehundido.
El interior disfrutaba de una profusa y rica decoración en yeserías y elementos escultóricos.
Quien desee ver un documento fotográfico de las ruinas de Belchite después del terrible bombardeo, puede picar  aquí  donde dice: Ir a Belchite.   
 
Se pueden ver casi 80 fotos con la explicación en el reverso y com muestra os dejo una de ellas.