Existen lugares que muchas veces pasan inadvertidos para una gran mayoría y, que debido a su especial singularidad, encanto, o misterio, son indispensables para el visitante a fin de ser apreciados y estudiados más a fondo. Quizás sean el inicio para que algunos buscadores de leyendas y misterios remuevan su pasado.
Tú puedes ser quien nos descubra esos lugares que están al borde del misterio y cuyo delgado velo fuerzas por romper. En este apartado recopilaremos los lugares que se visitan, su descripción, una pequeña reseña histórica y leyendas que se cuentan sobre ellos. Igualmente se narrarán los sucesos misteriosos e inexplicables que las gentes del lugar han conservado en su memoria a través de los años.
Tú puedes ser quien nos descubra esos lugares que están al borde del misterio y cuyo delgado velo fuerzas por romper. En este apartado recopilaremos los lugares que se visitan, su descripción, una pequeña reseña histórica y leyendas que se cuentan sobre ellos. Igualmente se narrarán los sucesos misteriosos e inexplicables que las gentes del lugar han conservado en su memoria a través de los años.
El castillo del Buen Amor
El Castillo de Buen Amor se
encuentra en el municipio de Topas (Salamanca) y es el único vestigio
que queda de lo que en su día fue el Señorío de Villanueva de Cañedo. El
castillo tiene su fantasma y se contarán los hechos que allí ocurren.
La antigua fortaleza se ha convertido hoy un hotel y lugar de descanso.
Reconstruido
sobre los cimientos de otra fortaleza del siglo XI, este alcázar tuvo
como dueños, sucesivamente, a don Enrique de Sardiña en el siglo XIII,
al Duque de Alba y más tarde a los Reyes Católicos.
Sin embargo,
los amos que mayor interés despertaron fueron la saga de los Fonseca, un
linaje de arzobispos que vivieron en el recinto acompañados de sus
amantes.
Fue el caso de Alonso de Fonseca y María de Ulloa, quienes protagonizaron uno de los episodios más comentado.
Su historia, tan criticada como leída, provocó que el recinto se conociera como el Castillo de Buen Amor.
El
castillo vivió una época de decadencia y abandono en el siglo XX, hasta
que los Fernández de Trocóniz iniciaron su reconstrucción y le
devolvieron la grandeza perdida.
Se compone de cuatro torreones
orientados hacia los cuatro puntos cardinales, de los que su torre del
homenaje es la única construida en diagonal.
En
el exterior del edificio destacan el foso y los restos de lo que fue el
puente levadizo que ocupó la fachada Sur, mientras que el perfil Norte
recuerda su pasado militar coronado por gárgolas con forma de monstruos y
animales.
En el interior los estilos gótico y morisco conviven en
mágica armonía con las figuras románicas del salón de la nobleza, con
un pórtico policromado de madera y con grandiosas chimeneas amparadas
por relieves y techos de madera.
El misterio del Castillo del Buen Amor
Bueno
vamos a contar algunos misterios del castillo del Buen Amor. Se dice de
este lugar que un halo de misterio lo envuelve. De hecho, varias son
las personas, tanto trabajadores del hotel como huéspedes que se han
alojado aquí, han presenciado hechos inexplicables que les han dejado de
piedra.
Recepcionistas
del lugar han reconocido que en más de una ocasión se han producido
llamadas desde habitaciones en las cuales no había nadie alojado.
Al
otro lado del teléfono, el único sonido era una respiración de
ultratumba. Por otro lado, algunos huéspedes se han quejado de continuos
ruidos “extraños” que les impedía conciliar el sueño.
Parece ser
que uno de los rincones más encantados del castillo, desde donde
provienen las llamadas y ocurren otro tipo de sucesos extraños, se
corresponde con las antiguas caballerizas. ¿Será el fantasma del
arzobispo de Fonseca que pide que le preparen su caballo?.
También se habla de una dama vestida de blanco que vaga por las habitaciones. ¿Podría ser el fantasma de María de Ulloa qué quiere decirnos algo?.
Una empinada escalera, que nos lleva directamente al dormitorio que supuestamente frecuenta el fantasma, consta de un coqueto saloncito con un techo abovedado de sonoridad impresionante. Una estancia entre misteriosa y acogedora.
También se habla de una dama vestida de blanco que vaga por las habitaciones. ¿Podría ser el fantasma de María de Ulloa qué quiere decirnos algo?.
Una empinada escalera, que nos lleva directamente al dormitorio que supuestamente frecuenta el fantasma, consta de un coqueto saloncito con un techo abovedado de sonoridad impresionante. Una estancia entre misteriosa y acogedora.
En
una fotografía realizada en la habitación aparece una curiosa mancha de
mujer justo sobre la luz de la lámpara y al ampliar la imagen parece
clavar la mirad en el observador, con su boca pequeña, extrañamente
perfilada y su cabello rizado que recuerda a las pinturas del Greco,
rostro delicado y espiritual.
Puestos
a imaginar, bien podría ser el de doña María de Ulloa, que convertida
en dama blanca se pasea solitaria por las estancias que conoció en vida,
recordando tal vez sus días felices junto al arzobispo Fonseca, perdida
entre dos mundos.
Sobre
los ruidos extraños que a veces se escuchan en el inmueble, algún
visitante ha podido observar sombras de guerreros que bajaban la
escalera principal paseando sus armaduras y sus escudos, preparándose
para la lucha.
Una lucha de la que tal vez no volverán, y cautivos de su misión recorren nerviosos los empedrados espacios, prendiendo la mirada en los latifundios inmensos de la tierra salmantina”.
Una lucha de la que tal vez no volverán, y cautivos de su misión recorren nerviosos los empedrados espacios, prendiendo la mirada en los latifundios inmensos de la tierra salmantina”.
También han
podido ver la imágen de un incendio que asoló la segunda planta,
destruyendo sus valiosos artesonados y dejando sin embargo intacta la
planta baja, que parece haber sido protegida de las llamas por los rezos
latinos recitados en sus capiteles.
Sus salones, en los que el tiempo se ha detenido en los albores del siglo XV, rodean el patio de armas y trazan un sendero interno, donde la magia renacentista de sus escudos, tapices y arcones, suaviza la dureza impenetrable de la roca, protectora de espacios. Entonces, me siento Alicia, rodeada de maravillas. Moradores antiguos reviven a la luz de las lámparas. Óleos de santos y aristócratas perfuman con miradas los lugares de descanso, refectorio de amantes medievales. Dentro de la ruta circular de eterno retorno, viejos ángeles rollizos custodian la biblioteca, coqueteando frente a los espejos, en un despreocupado escrutinio de los intrusos. Y casi inconscientemente, rodeada por miles de ojos, me pregunto si en el Castillo del buen amor no se habrá colado un fantasma.
Cerca del bar una armadura inclinada te da la bienvenida, invitándote a probar algún cóctel para refrescar los ánimos. El mismo lugar en el que Paloma Navarrete, vio a través de su bola de cristal una Dama Blanca. “En mi investigación pude ver una mujer. Una dama blanca que aparece por las noches allí donde vivió, sufrió y gozó. La vi pasear por la zona del bar, junto a recepción, vestida de blanco… Este tipo de fantasmas emocionales no interrelacionan con las personas. Normalmente siguen una rutina prefijada, que se repite a diario. Recuerdo una mansión que visité en Jaén, en la que el espectro de una mujer hacía todos los días el mismo recorrido, como una autómata, sin comunicarse con nadie. En otra ocasión, en una casa nueva de los alrededores de Madrid, descubrimos un viejo alquimista, que enredado en una dimensión paralela, seguía realizando sus trabajos de alquimia por encargo del noble señor al que servía en el siglo XVI”.
Lo que prometía ser un fin de semana relajante, retirada en
un antiguo castillo en la localidad de Topas, se convirtió en toda una
aventura. Asombrada frente lo que hace siglos fue el antiguo puente levadizo,
antaño pasarela entre el refinado mundo palaciego y la interminable campiña
castellana, se dibuja, frente a mis ojos, un espectro gigante de luces
indirectas; “el castillo del Buen Amor”. Su atmósfera interna de fortaleza de
cuento me hizo sentir como la princesa que soñaba de niña, y embrujada por la
magia de sus espacios de penumbras, recorro sus secretos, guiada por Alvaro
García, botones del fortín.
Sus salones, en los que el tiempo se ha detenido en los albores del siglo XV, rodean el patio de armas y trazan un sendero interno, donde la magia renacentista de sus escudos, tapices y arcones, suaviza la dureza impenetrable de la roca, protectora de espacios. Entonces, me siento Alicia, rodeada de maravillas. Moradores antiguos reviven a la luz de las lámparas. Óleos de santos y aristócratas perfuman con miradas los lugares de descanso, refectorio de amantes medievales. Dentro de la ruta circular de eterno retorno, viejos ángeles rollizos custodian la biblioteca, coqueteando frente a los espejos, en un despreocupado escrutinio de los intrusos. Y casi inconscientemente, rodeada por miles de ojos, me pregunto si en el Castillo del buen amor no se habrá colado un fantasma.
Junto a la entrada, un pedigüeño Santo Tomás protege el
extintor de incendios, con su cepillo en forma de iglesia y parece decir sí con
la cabeza, medroso, en oblicua humildad. La confirmación viene más tarde de
Lidia Sánchez recepcionista desde mayo de 2006 en el Castillo. Tímida al
principio, comenta como abandonó su escepticismo a la vista de los hechos
inexplicables que allí suceden. “A veces hemos recibido llamadas desde una
habitación determinada, en la que sabemos que no hay nadie. Las llaves, incluso
la maestra, están en su sitio. En ocasiones llamamos y descuelgan el teléfono
aunque no contesta nadie y al ir a comprobarlo la habitación está cerrada y
vacía.
Siempre he sido muy escéptica de estos temas, pero desde
que trabajo aquí, pasan cosas tan extrañas que ahora me lo creo… Desde luego no
parece un fantasma malo. Hace
travesuras, como si tuviese la mentalidad de un niño pequeño”, nos comenta Lidia. Su compañera Sara Pablos,
recepcionista desde la inauguración de la Posada del Buen Amor en julio de 2003, completa
esta historia con intrigantes detalles:
“ En el año 2004, cuando empezaba mi turno de recepción, serían
aproximadamente las siete de la mañana de repente sonó el teléfono y la
centralita indicaba que llamaban de una de las habitaciones, pero estaba sola
en el castillo, no había ni clientes alojados ni trabajadores.
Yo descolgué el teléfono y se oía un ruido bastante extraño,
que bien podría ser una respiración, aunque sólo es una suposición y un poco
asustada colgué inmediatamente. Entonces marqué el número de esa habitación y
descolgaron el teléfono y al otro lado se oía de nuevo ese ruido extraño. Me
asusté y se lo comenté a mis compañeros. El recepcionista Adrián Rivas,,
trabajaba esa noche desde las once hasta las siete de la mañana y como sabía lo que había
ocurrido, fue a la habitación en cuestión y revisando todos los recovecos, por
si se trataba de una broma, desenchufó el teléfono totalmente. Su sorpresa fue
cuando sobre las cinco de la madrugada sonó de nuevo, aún estando
desconectado”.
La historia ha sido corroborada por Victoria Rivas,
recepcionista desde agosto de 2005 y por los comentarios recopilados del
personal de limpieza, aunque estas últimas prefieren buscarle una explicación
lógica a los misterios que suceden.
Los secretos del
Buen Amor
En busca de respuestas que desvelaran la incógnita,
consultamos a la experta en parapsicología Paloma Navarrete, integrante del
grupo Hepta que nos comentó que, “algunos fantasmas pueden ser en ocasiones un
poco impertinentes. A veces te hablan porque quieren que se sepa algo, o
necesitan que se hagan sus últimas voluntades”. Cuando le preguntamos acerca de
las llamadas de teléfono, los ruidos, el encendido inexplicable de aparatos
eléctricos, su opinión es que todo ello corresponde a la fenomenología de las
casas encantadas. “Estos fenómenos son muy comunes en estos lugares. Incluso
pueden descargarte las pilas del video o de las grabadoras. Cuando viajo con el
equipo Hepta, siempre llevamos un juego de pilas de recambio porque a menudo se
nos descargan las baterías. Estos espíritus, necesitan la energía para
manifestarse. Normalmente la toman del campo magnético de la tierra y del
calor; por eso cuando se produce una aparición fantasmal hay sensación de
frío”.
Incesantes golpes que derrotan el descanso del durmiente,
puertas cerradas con llave que se abren para asombro del personal de
mantenimiento y de algún cliente que boquiabierto jura haberla cerrado, e
intrigado pregunta si es que tienen un fantasma en nómina. Son los secretos del
buen amor…
Pilar Tapia, propietaria y Directora general del castillo
nos cuenta más detalles, mientras nos muestra una de las habitaciones donde el
fantasma hace de las suyas…”Hay clientes que se quejan de ruidos continuos y
tuvimos que cambiarles de habitación… Un cliente en concreto llegó a escribir
en nuestro libro de visitas que si teníamos un fantasma que se lo contásemos.
Yo no creo en estas cosas, pero es bastante extraño todo lo que ocurre. La
habitación desde la que se producen las llamadas corresponde a las antiguas
caballerizas. Si hay realmente un fantasma yo pienso que podría ser el del
arzobispo Fonseca, que quieren que le preparen su caballo”.
El cliente del que habla Doña Pilar se alojó el pasado 6 de
diciembre de 2006 en una de las habitaciones que rodean el foso, y comenta
textualmente por escrito: “En esta habitación en concreto se oye un ruido día y
noche, como porrazos en la pared. ¿Serán fantasmas?. Pues que me lo confirmen”.
¿Será tal vez el ilustre don Alonso Fonseca que llama desde las antiguas
caballerizas?; ¿o doña María de Ulloa, que vaga sin descanso tratando de
encontrar al que fuera su amante?.
Para los golpes continuos, los técnicos comentaron que
podrían tratarse de ecos de las tuberías, pero curiosamente las investigaciones
llevadas a cabo en los muros de las habitaciones próximas a la liza, en las que
se producen los ruidos, no hay conducto alguno al que echarle la culpa.
Uno de los antiguos directores del Castillo quiso dormir en
una de las habitaciones comentadas y sufrió las incomodidades del insomnio y el
temor de no conocer la fuente del alboroto.
“No hace falta protegerse de los fantasmas, comenta Paloma Navarrete, el mismo miedo que les tenemos nosotros, nos
tienen ellos. Películas como Los Otros o Ghost, reflejan bastante acertadamente
este misterioso mundo de la fantasmogénesis”.
La misteriosa Dama Blanca
Líneas de teléfono que se cruzan, puertas que se abren,
cosas fuera de su lugar habitual, ruidos extraños, la televisión que se
enciende sola… Todo un elenco fantasmal, nada extraño tratándose de un lugar
como este. En otros castillos como el de Castelluccía (Italia); Ripley (Gran
Bretaña), Hermitage (Escocia) también se recogen sobrecogedoras historias de
fantasmas, lugares embrujados que guardan por siglos secretos aún por resolver.
Cerca del bar una armadura inclinada te da la bienvenida, invitándote a probar algún cóctel para refrescar los ánimos. El mismo lugar en el que Paloma Navarrete, vio a través de su bola de cristal una Dama Blanca. “En mi investigación pude ver una mujer. Una dama blanca que aparece por las noches allí donde vivió, sufrió y gozó. La vi pasear por la zona del bar, junto a recepción, vestida de blanco… Este tipo de fantasmas emocionales no interrelacionan con las personas. Normalmente siguen una rutina prefijada, que se repite a diario. Recuerdo una mansión que visité en Jaén, en la que el espectro de una mujer hacía todos los días el mismo recorrido, como una autómata, sin comunicarse con nadie. En otra ocasión, en una casa nueva de los alrededores de Madrid, descubrimos un viejo alquimista, que enredado en una dimensión paralela, seguía realizando sus trabajos de alquimia por encargo del noble señor al que servía en el siglo XVI”.
Es precisamente, bajo la cornisa del bar donde letras
latinas conjuran enemigos en el ardor de batallas nuevas: “Librame de mis
enemigos, Señor. Enséñame a hacer tu voluntad, porque Tú eres mi Dios. Líbrame
del hombre malo, del varón injusto.”, reza la greca latina que adorna el friso.
Una de las habitaciones que supuestamente frecuenta el
fantasma, consta de un coqueto saloncito con fruteros repletos de limones (en
otras ocasiones granadas o manzanas, según la época) y una empinada escalera,
que nos lleva directamente al dormitorio, compuesto por una techo abovedado de
sonoridad impresionante. Una estancia entre misteriosa y acogedora de la que
Paloma Navarrete disfrutó en alguna ocasión, pero en la que no recibió ninguna visita
inesperada, según nos comentó durante la entrevista.
En la fotografía realizada en la habitación aparece una
curiosa mancha de mujer justo sobre la luz de la lámpara y al ampliar la imagen
parece clavarme la mirada, con su boca pequeña, extrañamente perfilada y su
cabello rizado que recuerda a las pinturas del Greco, o Modigliani, de rostro
delicado y espiritual. ¿A quién pertenecerá este misterioso perfil de mujer que
se dibuja en la roca?. Para nuestro experto, Joseph Guijarro no es más que una
mancha; aunque es realmente curiosa.
Puestos a imaginar, bien podría ser el de doña María de
Ulloa, que convertida en dama blanca se pasea solitaria por las estancias que
conoció en vida, recordando tal vez sus días felices junto al arzobispo
Fonseca, perdida entre dos mundos. En opinión de nuestra experta “Hay algunos
fantasmas que saben que están muertos y hasta que no dicen lo que necesitan
decir no se marchan. Otros en cambio están perdidos, y no saben encontrar el
camino correcto. A estos últimos les ayudamos gracias a dos métodos. El primero
es a través de un ritual de cábala, invocando a los arcángeles para que se lo
lleven. Y el segundo, con un aparato de ultrasonido, ya que la energía que les
aporta es suficiente para que puedan irse…”
Memorias cifradas
En el salón de la nobleza se traduce otra oración, esta vez
a la madre misericordiosa, la
Santa María que preserva y acoge en la hora de la muerte, de
cuya invocación se lanzan por siglos promesas de protección eterna. “Ruega por
nosotros, Santa María madre de Gracia, Madre de Misericordia; protégenos del
enemigo y acógenos en la hora de la muerte. Y el Señor que nació de la Virgen con el Padre y el
Espíritu Santo, por los siglos de los siglos. Amén.” Y una vez más sobrecoge el
silencio, fiel acompañante durante nuestro recorrido junto con palabras
devotas, rastros de frases latinas enredadas en suaves canciones de ópera, hilo
musical que danza a nuestro alrededor.
En la memoria cautiva por siglos, agitados acontecimientos
dibujan, gracias a una técnica de concentración realizada por la experta con su
esfera de cristal, las esencias de otras épocas. Y se desatan recuerdos
históricos…”Sobre las almenas dignas y erguidas, vigías transcriben los vientos
oliendo la batalla. Sombras de guerreros que pasean sus escudos, preparándose
para las armas. Una lucha de la que tal vez no volverán, y cautivos de su
misión recorren nerviosos los empedrados espacios, prendiendo la mirada en los
latifundios inmensos de la tierra salmantina”. Huellas cifradas de sus últimos
alientos que Paloma Navarrete descifra seis siglos después.
Pistas amarradas aún a la roca, diario viviente del pasado.
“A través de la bola de cristal yo he podido ver lo que llamamos en
parapsicología impregnaciones, es decir, energía que queda residente en las
casas, castillos, donde se han vivido historias con una cierta carga emocional,
que han quedado codificadas y que soy capaz de descodificar. Son como psicoimágenes
del pasado, porque las casas guardan lo que se ha vivido en ellas.”…-nos
comenta Paloma acerca de los residuos que aún respiran en la piedra vieja,
bibliografía del pasado.
También nos describe el ir y venir de los guerreros,
avivados por la batalla, el trote imponente de los caballos sobre el puente
levadizo, dejando atrás el patio de armas vacío, centinela olvidado donde los
ejércitos prepararon la ofensiva. “Vi numerosos guerreros que bajaban la
escalera principal, con sus armaduras y escudos, preparados para la lucha”-nos
comenta Paloma, recordando las imágenes que vio a través de su esfera, en la
que también observó el incendio que asoló la segunda planta, destruyendo sus
valiosos artesonados y dejando sin embargo intacta la planta baja, que parece
haber sido protegida de las llamas por los rezos latinos recitados en sus
capiteles.
“Cum Tempore”. El
amor por encima del mundo.
Como un libro de antiguas páginas, el fortín oculta entre
líneas los senderos perdidos de pasadizos y estancias secretas, las mismas de
mis sueños de duermevela. Y en este laberinto invisible para los profanos
vuelvo a perderme en la aventura de una cena exquisita en sus mazmorras, lugar
que ahora ocupa el restaurante. Un nuevo secreto que descorchar.
En mi última noche en el fortín, releo los rastros latinos
de la biblioteca: “Acuérdate…Creador, que al nacer del vientre de la Sagrada Virgen
tomaste la forma de nuestro cuerpo” que parece redimir la debilidad de la
carne, delicioso festín para los pecadores que allí vivieron. Y me sumerjo en
sus intrigantes misterios… Intimidades de guerra y amor en las que me pierdo,
una vez más, respirando enigmas. Personajes de abolengo abandonados a la
intriga de amoríos apasionados, en un secreto a voces que el tiempo peina en
los libros de historia.
Ahora siglos después poéticas leyendas evocan lo que fue de
estos idilios censurados. El arzobispo don Alonso de Fonseca y su amante doña
María de Ulloa, que escondidos de la mirada intrusa de los murmuradores,
ocultaron sus pasiones entre los toscos muros del Buen amor. “Cum Tempore” es
el hechizo que conjura el tiempo y el espacio. El amor por encima del mundo,
lema del arzobispo de Fonseca y que tal vez María de Ulloa, busca incansable
aún después de los siglos.
Historias del Buen
Amor.
El Castillo del Buen Amor está situado en el municipio de
Topas en Salamanca, y es el único testigo aún viviente de lo que fuera el
señorío de Villanueva de Cañedo.
Incesante vigía de castellanos feudos donde alcornoques,
pardas encinas, chopos, lomas serenas abrazan la tierra, el castillo se
mantiene erguido y empinado hacia el cielo sobre una colina.
Ahora su cansada vista reposa despreocupada, ya no hay
estrategias que conquistar ni defensas que imponer. Sus rústicas piedras son
posada y fonda que acoge después de casi 6 siglos, a los amantes de fortalezas
y buscadores de leyendas.
Reconstruido sobre los cimientos de otro Castillo del siglo
XI, representa la robusta defensa militar, utilizado mayormente como palacete
gótico. Entre sus múltiples dueños Don Enrique de Sardiña en el s. XIII, el
Duque de Alba y más tarde los Reyes Católicos, fueron propietarios de este
alcázar, aunque la historia que más ha interesado habla de la saga de los
Fonseca; un linaje de arzobispo que gozaron y vivieron en él, acompañados de
sus amantes. Don Alonso de Fonseca y María de Ulloa, protagonizaron una de las
pasiones más murmuradas y cuya historia, tan criticada como leída, dio nombre
al Castillo, como el del Buen amor.
Su escudo pregona la condición palaciega de los que fueron
sus inquilinos, y las numerosas inscripciones religiosas que recorren sus cornisas,
son el santo arcón que redime las pasiones secretas mezcladas en la santidad de
los espacios. Una lucha inagotable entre el pecado y la virtud.
Durante el siglo XX el castillo del buen amor vivió sus
peores momentos de decadencia y abandono, hasta que los señores de Fernández de
Trocóniz inician su reconstrucción, devolviéndole la grandeza perdida hasta el
momento.
De sus detalles externos destacan el foso y los vestigios
de lo que fuera el puente levadizo que ocupó la fachada sur, en tanto que su perfil
norte recuerda su pasado militar, coronado por la fiereza de sus gárgolas en
forma de monstruos y animales. Declarado monumento histórico artístico en 1931,
se compone de cuatro torreones orientados hacia los cuatro puntos cardinales,
de los que su torre del homenaje es la única construida en diagonal.
En su interior los estilos gótico y morisco conviven en
mágica armonía, entre las figuras románicas de su salón de la nobleza, un
pórtico policromado de madera y sus chimeneas grandiosas, amparadas por relieves
y techos de madera. Matices que gobiernan con esplendor lo que fuera la
historia de sus múltiples dueños, recordados en los escudos de armas dispersos
a lo largo del recinto en sus chimeneas, muros y alfarjes.